Amigo Domingo Savio:
Espero que al recibo de ésta te encuentres bien, yo bien gracias a Dios.
Te conozco desde que tenía cinco años y leía la vida de San Juan Bosco de la SEI en público, mientras mi tío Mosén Gregorio, arcipreste de Casbas de Huesca, proyectaba las Filminas de los Salesianos, claro, en plena oscuridad y mi abuela Mama Nona sostenía una enorme linterna encendida sobre el folleto para poder leer el guion.
Con el tiempo he comprendido que tu biografía es inacabable.
Casi propósitos, casi decisiones, casi apuestas, fuiste piedra y arena, agua y sal. Espesor de agua y ligereza de sal.
El Tiempo y el Espacio, Domingo, luchan en lo alto de las colinas del Piamonte, sobre la soledad hechizada de los caseríos. El sol hiere tus pupilas con dedos nevados de las Dolomitas. La luz agonizante del Monte Rosa contempla cómo el Tiempo dentro del Ser se vacía, zarandeando tu yo y el de los chicos del Oratorio de Don Bosco.
El viento marin –ese viento fresco que sopla en verano– forja tu universo, que convierte la ceniza en el destellar de la arena dorada y visceral… porque morir ya no importa, para quien ya no puede pecar.
“Antes morir que pecar”, prometías.
“Antes morir que pecar”, prometían casi todos los chicos del Piamonte.
Era más ancho el propósito, que la realidad.
Tú fuiste espesor de agua.
Gota a gota se vació la clepsidra de tu yo sin movimiento.
¿Qué importa, en fin, qué importa, que las rosas sólo sean ya el tiempo que temblaban?
Tú fuiste ligereza de sal.
Grano a grano floreció en la arena abisal.
¿Qué importa, en fin, qué importa, que los labios de cal de los Alpes y sus húmedas piedras se conviertan en el corazón que siente?
Desde el mudo arco iris de lo eterno se esparce un aroma de perfume vivo. ¿De dónde viene ese sonido azul del viento marin bajo el cielo limpio, mientras las palomas picotean el espesor del agua?
Hasta aquí, amigo Savio, he querido usar la metáfora erizante.
Nada que ver con una carta. Pero…
Pero tengo derecho a soñar,
porque eres un pura sangre de los santos,
el desprecio de los soberbios
la frustración del vertedero
el desdén del idioma idiotizado
el disgusto de la masa cretina
la genialidad ante la sordera inducida
la limpieza ante la juventud cadáver
la autenticidad ante la greña jacobina
la largueza ante las sabandijas políticas y sociales.
Mira, chico, a galope tendido me puse a escribir una biografía sobre tus casi quince años. Llevo setenta y siete oyendo lo mismo sobre tus días. La afición a tus “propósitos de mi primera comunión” y al mimetismo sobre la biografía escrita por San Juan Bosco comenzó de manera esencial y accidental y todas “tus vidas” se han ido armando solas, sin fingir empeño: cada vez que se publica algo nuevo no sólo sacamos perlas, sino pleonasmos tras pleonasmos.
Pleonasmos: excesos, redundancias, sobras. Lo mismo.
Savio, santazo, en folletos, revistas, libros, películas, hay momentos de furor, exaltación, idealización contigo. Pero…
Pero yo tengo derecho a soñar y a escribir mi relato.
De forma, constante y perseverante, el salesianazo Xulio César Iglesias Blanco me ha estimulado una y otra vez a escribir la mía y la actividad pastoral y cultural de los “Amigos de Domingo Savio” de Orense, Vigo, La Coruña y Lugo, ofrecida a raudales en Facebook, me movió a ello.
La suerte estaba echada, campeón.
Y en un arranque selecto de tahúr supe que era hora de cambiar el continente y profundizar el contenido, tan rico y tan inexplorado, ¿por pereza, por nesciencia? Cambiar de chaqueta es lo de menos y más a estas alturas. Los relatos de acogida me dan perchero para no sé qué de tu historia –necesitadísima por lo demás de audacia, clarividencia, profesionalidad, intuición y pasión– y a partir de ahí la palabra luchalibre se hizo más gorda, muchísimo más.
Modestamente estoy convencido de que lo tuyo es una performance, un experimento para algo no tan secreto por parte de San Juan Bosco para tirar de los chicos de la calle (“No hay muchachos malos, hay chicos sin buenos amigos”). Pensar así no es capricho mío, sino más bien el efecto secundario del bochorno al contemplar como algunos trashumantes de la literatura se reparten el botín de tu santidad. En vano.
Me refiero, Domingo Savio, a La mala costumbre de Alana B. Portero, de Seix Barral, en su Biblioteca Breve, 2023, 254 páginas. “Es una novela cruda y feroz, pero también poética y conmovedora, en la que los extremos se tocan para mostrarnos por qué el resentimiento y la rabia contra el sistema son completamente válidos para sobrevivir en una sociedad que no acepta a los que son diferentes”. Así reza la contraportada del libro. Bien.
“Una escritora en mayúsculas, cruda y brillante”, observa la grande María Sánchez, la alcarreña que hace cumbre todo lo que toca.
“A Alana se la lee con emoción y admiración”, añade Iván Repila, con agudeza caníbal y hasta salvaje.
Amigo Savio, he leído la novela por dos veces. Resulta deslumbrante, desgarradora, singular. He oído de fondo el sonido de los cubiletes agitando el garbanzo del trile.
La verdad, no hacía falta situar tu foto en la portada, rodeada y semihundida entre zapatos de aguja, lazitos, pajaritos y otras menudencias. Sé que amortizar la ignorancia es un desafío. Hay que tener unas aptitudes extremas para hacer de la vida ajena un festival de afirmación propia. Alana tiene un don –escritora–, aunque esa gracia resulte inútil para justificar el tenderete de su portada. Lo siento.
Pero algo tiene. Mucho.
Llámalo fortuna, llámalo audacia, llámalo descaro, llámalo la suerte del enredador. La diplomacia de Seix Barral con la portada está en sus manos, que es salvaje y caníbal. Quizá convenga buscar el extintor diseñado para las cosas de Alana. Es una escritora muy atrevida, de método propio. Alguien debería sugerirle que en el caso de su portada –indefendible– conviene ceñirse al tema, esquivar los adornos pintureros y hacer lo posible para dejar a los muertos en paz.
Domingo Savio, eres el más destacado santo de los chicos de Don Bosco hoy. Tu prestigio en los centros, universidades y colegios salesianos, lo mismo entre los profesores que entre los estudiantes, ha alcanzado cotas insuperables. Sencillo, amable, razonador, inmensamente intuitivo, ojos de centinela, tu capacidad para la seducción moral ha alcanzado a todos. Eres nuestro orgullo.
Y como es la palabra la que vertebra la amistad y la identidad, he querido escribir mi pequeña biografía: “Un luchalibre inclusivo” en esta línea para tus amigos, “los Amigos de Domingo Savio”. Sin amistad solo existe un silencio sombrío, una áspera oscuridad interior, por mucho que nos inventemos otras teorías.
Mi Domingo Savio intenta leer la calidad de tu persona, relacionada con lo que se ve y se rinde a la percepción de lo que se es. “Todos los seres humanos están hechos para mirar y saber”, escribió Aristóteles en su Metafísica. No te quiero “adoctrinado”. Te quiero “acontecido”. Te quiero “un luchalibre” acontecido.
– Libre por los patios alegres de Valdocco.
– Libre por las calles lobas de Turín.
– Libre por los caminos misteriosos de Dios.
Amigo, el sentido de la libertad destierra el agobio y la esterilidad de todo lenguaje dogmático. Todo, todo. “La palabra necesita libertad para ser comunicación”. Somos lo que hemos sido siendo, poco a poco, día a día, y en ese ser discurrido en el tiempo, alcanzamos a ser lo que somos”. No hay que reprimir los deseos. Encauzarlos.
La vida para San Juan Bosco, como para Aristóteles, consistía “en sentir y pensar”. El pensamiento de cualquier oligarquía (o-li-gar-quía), por santísima que sea, no funciona, porque “solo ve y entiende lo que le conviene” a ella, no a los demás. Hay que refugiarse en la amistad, como Don Bosco, vivir entre ella y después reflexionar sin adoctrinar.
Campeón, este cura católico ni afirma, ni guía, ni domina, solo quiere mirar y sentir, pensar y saber. También saber morir. Espero que me eches una mano.
Paco de Coro
Gracias por esta renovada mirada a la figura de Domingo Savio, tan «desfigurada» a veces por propios (con imágenes acarameladas) y extraños (con imágenes desdebujadas y caricaturizadas en portadas a la venta). Ojalá tu mirada «enganche» a los adolescentes de hoy, del pantallazo de móvil y de la música rítmica y huidiza…