CERDEÑA: ¿TODAVÍA NO CONOCES ORGOSOLO?

De andar y pensar   |   Paco de Coro

3 enero 2024

  1. Huesos de alas

Antes de salir nos sentamos en el banco

de los zapatos,

él se frota la espalda contra la pared,

yo se la acaricio un poco.

Bajo la sotana los huesos se mueven,

sus huesos de alas.

Ya habíamos intimado.

Era mi tercer año de vicario aprendiz.

Y le digo:

Sólo las mujeres dan a luz por delante

y usted por detrás, ¿no?

“Los hombres no tenemos el honor de parir”,

responde.

Comemos sentados los restos de anoche,

cerca el uno del otro.

Bebe agua con ansiedad.

Es lo que hace siempre

que se dispone a decir palabras santas:

“¿Quién ascenderá al monte del Señor?”.

A la pregunta, la respuesta dice:

“Quien tiene las manos inocentes y el

corazón puro”.

– Franchés, ser sardo, es ser peculiar, distinto.

Hasta nos vemos distintos entre nosotros mismos,

como los vascos y los lapones, por ejemplo.

– Porfa, míranos sin legañas.

– Cerdeña es “otra” cultura, otra “alteridad”,

“un cuadro genético peculiar…”.

Me rebelo por dentro, pero recuerdo a Don Chiandotto,

el mejor formador salesiano que he conocido:

“Tu bandera siempre en el fondo del baúl”.

Terminamos el “queso pecorino”, ayudados del “vernaccia”.

No noto diferencias con los productos manchegos, la verdad.

– El desayuno sardo me limpia el corazón.

Las palabras de Don Possadino me lavan las manos.

Estamos listos para viajar a La Barbagia:

ascender a los montes de la Cerdeña interior.

Los huesos del párroco

son huesos de alas.

¡En marcha!

 

  1. Estalla la bomba

Ya en el coche la conversación nos conduce

hacia la Barbagia.

Le cedo la palabra a Don Possadino.

Lo que él pueda decir será mucho más interesante,

que lo que yo he leído en los libros.

– La Babagia es la región histórica

más extendida de la isla

y la única sin mar.

¿Hasta dónde llegan sus límites?

Sus confines se mezclan con los nuestros.

La Barbagia es una forma mentis.

También Cerdeña, Franchés.

Observo la cara de Don Possadino, mientras habla

y, una vez más me admira su cabeza, tan oronda;

El encanto de su palabra sencilla,

iluminada por su sonrisa.

– Cerdeña es una forma mentis

una forma de mente, una forma de ser.

Nos construimos una especie de nido en la cabeza

desde el nacimiento

y nos quedamos a vivir ahí dentro,

para siempre.

– ¿También el millón y pico que trabaja en Alemania?

– También, Franchés.

Aunque en el extranjero, permanecemos en el lugar común,

visitamos ritualmente los antiguos lugares compartidos,

mantenemos las mismas costumbres

en memoria de nuestros muertos.

Yo no creo que sea bueno, o quizá sí,

quien sabe, quien soy yo para decir cómo debemos ser;

En cualquier caso es nuestra elección,

es nuestro ser.

Íbamos absortos, entusiasmados, felices. Juntos. Vivos.

Bummmmmmm, estalla la bomba de los quinientos asesinados

por los bandidos en Orgosolo sólo en mi cabeza,

o quizá en mi corazón, o en mi garganta.

¿Puro terrorismo emocional?

¿Puro terrorismo propagandístico?

¿Puras teorías políticas de las muertes?

 

  1. La “vendetta” / venganza

Hasta los callejones llega el olor del cementerio

y me olvido de toda desazón.

Don Possadino sabe que entre las piedras rectangulares

de las casas más alejadas del centro

se tramaba el crimen.

El olor del mar era nuestro perfume,

la paz de un día de verano a la caída del sol,

en Castelsardo o en Porto Cervo,

traído aposta hasta aquí.

Permanecíamos, juntos, en silencio

viendo una siembra de cruces de mármol.

La muerte se sentó a la mesa

cuando se empezó a creer que la inmortalidad

se dispensaba ya entre curanderas y bandidos.

Possadino reza un responso. Con fervor y en latín.

– No es una oración de gozo –le digo–,

sino de una tregua en medio del aquelarre.

¿Realmente qué sucedió? ¿Y por qué?

¿Y cómo se sale de este momento incalculable?

De todas maneras cada vez son más escasas las comitivas

donde se encabalga una tertulia

para despedir entre bondades o maldades

al muerto, sea bandido o no.

– Nino Possadino, lo que queda de un cadáver

es siempre lo mismo,

la memoria del vivo que lo despide,

que lo lleva, que lo siente, que lo espera.

Aquí se rompieron las reglas de la vida.

¿Aquí fracasó el cristianismo?

¿Aquí fracasó la humanidad?

– Franchés, el día que salgamos de ésta

habrá que restaurar de urgencia

demasiadas expectativas que quedaron calcinadas

cuando en el horizonte

empezaron a arder las “vendette”,

las venganzas.

Desconocemos, oye, qué quedará de todo

cuanto quisimos,

pero conviene huir más que nunca

de los pesimistas que aprovechan las cenizas

para depositar en el ánimo de los demás

canciones de despedida.

 

  1. Murales

Hoy,

una vieja señal con el mapa de Cerdeña,

cosido a balazos da la bienvenida

a Orgosolo,

pueblo de 4.200 habitantes

en el centro de la isla italiana.

Rodeado por las montañas del

Supramonte,

hasta finales de los años 90,

vivió con el estigma de la Anónima Sarda:

Una violenta banda criminal

especializada en secuestros.

El pueblo se ha convertido

en un museo a cielo abierto

con más de 400 murales que cuentan

la historia de Cerdeña y denuncian

las injusticias del mundo:

La guerra entre israelíes y palestinos

los atentados de las Torres Gemelas

la Segunda Guerra Mundial

la guerra de España (1936-39)

la guerra del Vietnam…

la bomba atómica.

Aquí conviven Frida Kalho,

Mahatma Gandhi,

Barack Obama,

Che Guevara,

Pablo Ruiz Picasso…

Lo extraño, hasta lo criminal

ha servido para nacer de nuevo,

pues siempre, siempre quedan

restos de amor.

Las inquietudes de Orgosolo

han contagiado a otros pueblos:

Tinnura, Oristano,

San Sperate o Villamar.

Así las mismas cosas que humillaron,

terminaron por hacerse sitio

en el desagüe.

 

FELIZ AÑO NUEVO 2024 A LOS LECTORES DE ESTE BLOG, «DE ANDAR Y PENSAR».

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