El pasado 15 de mayo tuve la suerte de compartir la mañana con los equipos educativos de las plataformas sociales de la Inspectoría de María Auxiliadora (SMX). Un encuentro muy interesante que llevaba por título “El patio como espacio central de la relación educativa”. Se trataba de una reunión virtual de educadores y educadoras de toda la Inspectoría, lo que, como podéis imaginar, supuso un gran desafío técnico. Sin embargo, para contar lo que hacían en diferentes casas, utilizaron una técnica muy creativa: la de los microrrelatos.
A través de un video, expresaron lo que se hace en distintas plataformas sociales. Se trataba de contar lo que se hacía, pero no de una manera discursiva, sino a través de una pequeña pieza audiovisual. Me di cuenta de la enorme creatividad que tenemos y de la importancia de contar las cosas en primera persona.
Una vida “happy”
Este hecho me lleva a compartir con vosotros la siguiente reflexión: La mayoría hemos utilizado las redes sociales para contar cosas de nuestra vida, para ser partícipes de esa vida “happy” en la que todo tiene que ser divertido. Hemos compartido momentos de nuestra vida, es decir, las cosas que hacemos y con las que queremos aparentar, pero ¿hemos compartido la vida de verdad? Esa es la gran pregunta que debemos hacernos. Debemos habitar el espacio digital y llenarlo de vida, y para eso no hay nada mejor que usar el relato, la narración.
Muchas veces nos quedamos con la idea de que solo oímos noticias negativas, cuando nosotros mismos podemos ser generadores de buenas noticias. Está en nuestra mano.
Lo vemos en la Biblia y en el propio Jesús. Los abuelos que me leen recordarán con cariño cómo se les transmitía la historia sagrada. Jesús les hablaba en parábolas. Las historias y narraciones han sido tradicionalmente utilizadas para enseñar valores como el amor, perdón, compasión, justicia y esperanza. La transmisión oral y narrativa ha sido la base del conocimiento de todos los pueblos y culturas.
Don Bosco también fue un maestro de la narración. Estamos en medio del bicentenario del sueño. Los sueños y las ‘buenas noches’ de Don Bosco buscaban esto mismo: narrar la propia vida, habitarla para incidir en la vida de sus chicos. Las historias y narraciones compartidas ayudan a crear un sentido de comunidad y pertenencia. Al compartir nuestras experiencias y escuchar las historias de los demás nos ayudará a ser más comprensivos y tolerantes con el otro y alejarnos del discurso del odio de la confrontación imperante.
Hemos de recuperar el relato y la narración. No podemos dejar que las redes sociales se llenen de videos vacíos de contenido. Está en nuestras manos el contar historias, narrar la vida, llenarnos de esperanza. Transmitir valores, fortalecer la fe, construir comunidad, encontrar significado y propósito en la vida y abordar problemas sociales y culturales son cosas que podemos hacer cada uno de nosotros, sin esperar a que otros lo hagan. Está en nuestras manos.
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