La Biblia ofrece muchos ejemplos de oraciones realizadas en las más variadas circunstancias. Hoy quiero compartir el ejemplo de algunas mujeres que en situaciones muy diversas no dudaron en confiarse a Dios, demostrando la importancia de la oración en sus vidas.
Pedid y se os dará
Ana, la madre de Samuel, es uno de los ejemplos más conocidos. Ana oró con gran fervor en el templo, pidiendo a Dios un hijo. Su oración fue tan intensa que el sacerdote Elí pensó que estaba borracha. Sin embargo, Dios la escuchó con ternura y le concedió un hijo, un hijo especial que sirvió de ejemplo al pueblo de Israel.
Otra figura destacada es Ester, la reina de Persia. Ester, siendo judía, se enfrentó a la amenaza de exterminio de su pueblo. Antes de presentarse ante el rey para interceder por los judíos, pidió a su comunidad que ayunara y orara durante tres días. Su valentía y fe resultaron en la salvación de su pueblo. Ester es el ejemplo de una oración comprometida y transformadora.
En el Nuevo Testamento encontramos a María, la madre de Jesús, cuyo canto de alabanza, conocido como el Magníficat, es una bella oración de gratitud y de exaltación a Dios. María reconoció las maravillas que Dios había hecho en su vida y en la historia de Israel. Podría ser un buen ejemplo de que la oración no sólo sirve para pedir y pedir cosas a Dios.
Otra mujer ejemplar en la oración es Ana, la profetisa. Ana pasaba mucho tiempo en el templo, orando y ayunando. Su dedicación fue recompensada cuando tuvo la oportunidad de ver al niño Jesús y profetizar sobre su misión.
También se destaca la historia de Marta y María, hermanas de Lázaro. María, en particular, mostró su devoción al sentarse a los pies de Jesús, escuchando sus enseñanzas y reconociéndolo como el Mesías. Aunque no es una oración en la que ella habla, su actitud de escucha y aprendizaje es una forma de oración muy necesaria en nuestra vida.
Estas mujeres que encontramos en la Biblia nos enseñan, a través de sus oraciones, a salir de nosotros mismos, a pensar en los demás, a abrir los ojos a los problemas que nos rodean, a callar y escuchar, a hacer experiencias de actitudes como la alabanza y gratitud. Las mujeres orantes de la Biblia nos enseñan la importancia de acercarse a Dios con un corazón sincero y confiado, buscando su guía y agradeciendo todo lo que nos regala.
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