El Rector Mayor de los Salesianos, Ángel Fernández Artime, ha concedido una entrevista al semanario católico Alfa y Omega en la que habla, entre otros asuntos, de su reelección al frente de la Congregación, del Capítulo General 28 y de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus. A continuación, la reproducimos íntegramente:
Cuando termine su encargo actual, le gustaría vivir «en cualquier lugar de misión andina o de cordillera, entre la gente humilde, o bien en una casa de chicos acogidos de la calle», pero hasta entonces el español Ángel Fernández Artime tiene por delante un nuevo sexenio como rector mayor de los salesianos, congregación que cuenta con 14.500 miembros repartidos en 134 países. «Serán años donde seguiremos haciendo realidad lo que como congregación es incuestionable: no podemos dejar ningún lugar de frontera ni de missio ad gentes», asegura Fernández Artime, que acaba de ser reelegido como sucesor de Don Bosco en un Capítulo General celebrado recientemente en el lugar donde el santo turinés fundó su primer oratorio.
¿Qué balance hace de sus primeros seis años como rector mayor?
Todo este tiempo, he llevado en mi corazón un deseo y una convicción muy profundos, que tantas veces hice motivo de mi oración personal. Que al final de los seis años la Congregación Salesiana pudiera ser más fiel aún al carisma recibido de Don Bosco. Y aún contando con la variable de las fragilidades humanas, creo que la congregación sigue siendo parte muy viva de la Iglesia, y crea comunión allí donde estamos. Seguimos dándonos a los jóvenes en todos los lugares del mundo, y no nos hemos alejado de los más pobres, por más que las realidades del mundo en los cinco continentes sean muy diversas. Creo poder afirmar que la congregación vive años de profunda serenidad y deseo de ser significativos cuando se trata de servir, especialmente a los jóvenes y sus familias.
¿Cómo afronta la reelección?
La vivo con mucha serenidad, con ánimo y mucha esperanza. Natural-mente el segundo sexenio no será como el primero. Ahora conozco bien la congregación y su presencia en las 134 naciones, de las cuales he visitado 100. Será, por tanto, una oportunidad para ser más incisivo, para acompañar más los procesos allí donde sea necesario; una oportunidad para soñar y llevar a cabo nuevas presencias, siempre que sean de primera línea de evangelización y educación de los más pobres. Serán años donde seguiremos haciendo realidad lo que como congregación es incuestionable: no podemos dejar ningún lugar de frontera ni de missio ad gentes, ni de presencias ya centenarias en el Amazonas. Un dato que puede servir de ejemplo: en toda la región del Amazonas (que incluye cuatro naciones en las que nosotros estamos), compartimos la vida con 63 pueblos originarios. Como salesianos, hijos de Don Bosco, este es un elemento caris-mático esencial e incuestionable para nosotros. Puedo decir lo mismo de la larga cordillera andina, por ejemplo.
¿Cómo vislumbra el futuro después de este segundo mandato?
Tengo muy claro lo que yo quisiera: vivir los siguientes años en cualquier ambiente sencillo, en cualquier lugar de misión andina o de cordillera, entre la gente humilde, en una sencilla parroquia, en un centro juvenil para muchachos y niñas pobres, o bien en una casa de chicos acogidos de la calle. Este es mi sueño y espero que me permitan vivirlo. Como decía, ha visitado infinidad de países.
¿Qué piensa cuando el Papa afirma que estamos en «una tercera guerra mundial a cachitos» o cuando habla de la «globalización de la indiferencia»?
Por mi propio carácter y por mi identidad carismática salesiana tiendo a mirar con esperanza. Pero, ciertamente, creo que estamos viviendo años muy difíciles. Muchos de nosotros, yo entre otros, creíamos hace 20 años que el camino hacia la paz y el camino hacia una creciente extensión de los derechos humanos en el mundo era lento pero visible y verificable. En los últimos 20 años hemos vivido un retroceso inimaginable, sea a causa del terrorismo internacional, sea a causa de la explotación y abuso en los movimientos migratorios existentes en todo el mundo, sea a causa de las guerras o de la pasividad expectante ante algunas de ellas…Ahora mismo estamos golpeados por esta terrible pandemia. Nunca nos habríamos imaginado algo así, como nunca nos hemos imaginado que sería posible el terrorismo de los últimos 20 años en gran parte del mundo, especialmente el occidental. Y esta misma pandemia está sacando a la luz y poniendo en evidencia lo mejor de muchas personas y de grupos sociales (por ejemplo, médicos, enfermeros, servicios de protección social, etc.), y lo peor del egoísmo y el individualismo de las naciones. En mi opinión es lamentable, y no será fácil olvidarlo después del poscoronavirus.
¿Cómo podemos afrontar como católicos la pandemia del coronavirus?
Yo diría que, ante todo, ojalá aprendamos algo de todo esto que estamos viviendo. Por ejemplo, ¿volveremos al vértigo en el vivir o conseguiremos tener ritmos y espacios más humanos? ¿Querremos recuperar el tiempo perdido en el consumo, y en el tener, y en nuestras vacaciones, o aprenderemos que se puede vivir felices con lo necesario y con más sobriedad? ¿Seguiremos desenfrenadamente en la carrera de contaminación en el mundo o daremos respiro al planeta como nos ha obligado a hacer el coronavirus? Después de esta pandemia no es posible una indiferencia ecológica como la que se sigue viendo en las cumbres sobre el clima. Y por supuesto que, ante las situaciones de pobreza que se van a disparar, también en España, como cristianos y católicos tenemos que seguir respondiendo con altura, con creatividad y con generosidad. En general, en las situaciones límite, solemos dar lo mejor de nosotros mismos. Yo confío mucho en esto. Quisiera aprovechar para invitar justamente a la solidaridad, la fraternidad, la caridad y, para quienes somos creyentes, también a la oración con fe en el Dios que no hace magia pero está al lado en nuestro caminar, a veces un caminar fatigado como el presente. En este sentido, me he querido quedar con la imagen del Papa Francisco hace unos viernes en la oración en una plaza de San Pedro vacía y lluviosa. Seguramente nunca ha estado tan solo pero, al mismo tiempo, nunca ha estado tan acompañando por tanta gente en todo el mundo.
Antes de que el coronavirus lo monopolizara todo se hablaba mucho de prevención de los abusos. ¿Qué medidas han implementado los salesianos en este campo?
Ciertamente es una de las páginas más tristes de la historia de la Iglesia. Y es la mayor tragedia y daño que un salesiano puede hacer, ya que hemos prometido, como Don Bosco, que nuestra vida sería por los jóvenes. Les puedo asegurar que desde hace muchos años (puedo hablarles desde mi experiencia como provincial ya desde el año 2000) venimos consolidando y construyendo un código ético en todos los lugares del mundo donde nos encontramos. Y añado un matiz más: desde hace tiempo, y mucho más fuerte en la sensibilidad de este Capítulo General, nosotros hablamos, en sintonía con el Sínodo de Obispos sobre los jóvenes y en comunión con la exhortación apostólica del Papa al respecto, sobre todo tipo de abusos. Yo he pedido a nuestra congregación la opción radical, preferencial, personal, institucional y estructural en favor de los muchachos y muchachas más necesitados, pobres y excluidos. Y también la opción prioritaria y radical en la defensa de los muchachos y muchachas víctimas de cualquier abuso, también el abuso sexual, pero no solo: el abuso de violencia, de falta de justicia, el abuso de poder… Tanto y tan terrible que denigra y destruye. Pero permítanme solo un puntito crítico más ante este tema tan doloroso. Lo formulo en una pregunta: ¿Cuándo vamos a tener la honradez y honestidad como sociedad de decirnos que tenemos un serio problema social en lo que se refiere a los abusos sexuales de menores que no se afronta? ¿Cuándo vamos a decir socialmente y reconocer que la gran mayoría de estas situaciones suceden en los círculos de la familia, los parientes o los muy íntimos…? ¿Cuándo vamos a tener socialmente el coraje de extender la denuncia a cuantas instituciones y grupos estén implicados en ello? Sinceramente, creo que es un problema no afrontado socialmente hasta las últimas consecuencias.
Un Capítulo General marcado por el coronavirus
¿Cuál era el plan de las tres semanas que no se han podido celebrar en el Capítulo General?
Ciertamente tuvimos que dar por finalizado (no solo interrumpir) el Capítulo General tres semanas antes a causa del coronavirus y en obediencia a la normativa emanada del Gobierno de Italia. Como intuíamos que algo así podría suceder, en su momento decidimos adelantar una semana el discernimiento y la elección del rector mayor y todo su Consejo General. Eso lo hicimos en la cuarta semana y al final de la misma iniciamos la diáspora. Eran viajes difíciles, y de hecho todavía están en Valdocco (Turín) 46 miembros del Capítulo General que no han podido viajar a sus respectivos países.
El trabajo que nos quedaba era fundamentalmente el de la discusión en aula y la corrección y votación del contenido reflexionado las tres semanas precedentes y que daría lugar al documento capitular. Eso no se pudo hacer y por lo tanto no disponemos de un documento capitular aprobado en sesión plenaria, pero sí amplias reflexiones y deliberaciones que el rector mayor con su Consejo tomarán como línea de trabajo y que harán llegar en breve, cuando podamos reunirnos como consejo por primera vez, a todo el mundo salesiano.
Han consultado a todos los jóvenes salesianos del mundo, ¿qué os han transmitido? ¿Qué le piden los jóvenes a la congregación?
Sí, es cierto. Este ha sido un Capítulo General Salesiano en el que en los dos años de preparación hemos llevado a cabo dos significativas consultas. Una, en relación con la formación de los salesianos jóvenes. Y en ella hemos dado la palabra a 3.670 jóvenes salesianos que están en sus primeros años de profesión religiosa. Y nos han dicho tantas cosas interesantísimas acerca de cómo se ven, y qué piensan como jóvenes (ciertamente jóvenes consagrados salesianos, pero jóvenes como sus coetáneos). Las otras consultas han sido a jóvenes de miles de presencias en el mundo.
Finalmente, un grupo de jóvenes de los cinco continentes han podido acompañarnos durante un tiempo en Valdocco. Su presencia transmitía frescura, vitalidad, alegría. Y ellos han sido muy contundentes y claros en su mensaje. Nos han dicho que nos quieren. Que quieren a los salesianos y que nos quieren también a su lado en el camino de la vida. Nos han pedido que los acompañemos en los años en los que más nos necesitan. Nos han dicho que nos dejemos querer por ellos. Nos han pedido que seamos amigos, hermanos de ellos y siempre padres porque, así de contundentes han sido, «muchos jóvenes del mundo tenemos mucha falta de padres. Nos falta experiencia de paternidad». Y, por último, con emoción en tantos momentos nos han dicho: «Os necesitamos sobre todo para que nos mostréis y digáis una y mil veces que Dios nos Ama».
¿Qué le ha transmitido el Papa a raíz de su reelección?
No pude hablar con el Santo Padre a raíz de mi reelección, pero sí el viernes anterior. Primero me dejó un mensaje para todos y después hablamos por teléfono cuando él mismo me llamó. Pueden imaginarse lo que significó para todo un Capítulo General como el nuestro que el Santo Padre nos llamara para decirnos que nos hacía llegar algo importante para él y para nosotros. Un mensaje, que no tiene nada de protocolario y tiene todo de programa para nosotros. Un magnífico mensaje que estamos plasmando ya en las líneas de gobierno de los próximos años. Indudablemente tenemos un Papa que quiere a todos en la Iglesia, y quiere a todo hombre y mujer de buena voluntad. Para mí es más que evidente que vivimos un tiempo de gracia en la Iglesia en medio de tanto dolor y tanta fragilidad de la Iglesia misma.
¿Cuáles son sus ideas clave de gobierno para los próximos seis años?
Se pueden imaginar que todavía hemos de profundizar mucho más en lo que queremos proyectar de cara a los próximos seis años, pero sí les puedo decir que nuestros esfuerzos irán en esta dirección:
– Debemos seguir creciendo en identidad carismática. Es decir, ser salesianos de don Bosco como él nos quería, y conscientes de la prioridad que tiene en nosotros ser evangelizadores de los jóvenes, educadores para ellos junto con sus familias, y testigos cercanos de cuánto los ama Dios.
– Estamos llamados ahora más que nunca a estar afectiva y efectivamente en medio de los jóvenes. Esto es volver siempre, más y más a don Bosco. Yo lo llamo el «sacramento salesiano» de la presencia.
– Es prioridad para nosotros la formación del salesiano, y del joven salesiano tal como necesita el mundo y la Iglesia hoy, allí donde nos encontramos. A nosotros no nos sirve un genericismo que nos mate lo más esencial de nuestro carisma.
– Sueño con que decir la palabra salesiano hoy en el mundo y en nuestras sociedades, y en España, por ejemplo, signifique para la gente y para muchas personas de buena voluntad entender que se habla de estos hijos de don Bosco que son y viven para los jóvenes, que los quieren con locura, que hacen opciones valientes y radicales en favor de ellos.
– Es la hora de la generosidad en nuestra Congregación entendida como la disponibilidad de todos los salesianos del mundo, los 14.500 que somos, para ayudarnos en cualquier parte del mundo, en cualquier país y nación. No somos salesianos para una tierra o región. Somos salesianos de don Bosco, y la misión y los muchachos y muchachas que no tienen oportunidades, los descartados, los más frágiles nos pueden estar esperando y necesitando en los más diversos lugares. Hacia ellos nos tenemos que dirigir y llamaremos de un país y otro con tal de seguir abriendo horizontes y nuevas fronteras de misión salesiana.
– Finalmente, pretendemos seguir creciendo en lo que ya hoy es una gran fortaleza y un verdadero don. Se trata de la realidad de la familia salesiana en el mundo y la misión educativa y evangelizadora que compartimos con cientos de miles de laicos en los países a los que ya me he referido. Esto sigue siendo fortaleza y desafío al mismo tiempo.
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