La juventud del Papa

10 septiembre 2025

Una vez más, Roma ha sido escenario de un hecho que desborda lo meramente estadístico. El Jubileo de los Jóvenes convocado por Francisco, pero que ha sido el primer gran encuentro con los jóvenes del papa León XIV reunió, según las autoridades italianas, a cerca de un millón de muchachos y muchachas venidos de todos los rincones del planeta. Entre ellos, unos cinco mil del Movimiento Juvenil Salesiano. Pero lo verdaderamente llamativo no son las cifras ni las imágenes multitudinarias, sino la continuidad de un fenómeno que se ha repetido durante décadas: los jóvenes siguen acudiendo a la llamada del Sucesor de Pedro.

El grito que llenó las plazas y avenidas romanas —“¡Esta es la juventud del Papa!”— no es nuevo. Fue la consigna con que se identificaron los jóvenes con san Juan Pablo II, luego con Benedicto XVI, más tarde con Francisco, y ahora con el actual Pontífice. Cuatro generaciones de jóvenes católicos han hecho suyo un mismo lema, un mismo sentido de pertenencia. Cada Papa, con su estilo, ha sabido dirigirse a ellos y proponerles lo que la Iglesia nunca puede rebajar: el Evangelio como horizonte de vida, la santidad como meta, los grandes ideales de entrega, justicia y verdad como camino. Los han invitado a soñar a lo grande.

Los jóvenes no se han limitado a responder por entusiasmo pasajero ni por moda generacional. Han acudido porque alguien les propone algo distinto de lo que ofrece el mundo: no el conformismo de vivir al día, sino la grandeza de aspirar a más, hacer lío, como les dijera Francisco. Millenials, generación Z y los primeros de la Alfa, sucesivamente, se han reunido para escuchar un mensaje que les habla en serio de su vida. Y, lejos de ser una masa anónima, llegan acompañados por quienes los conocen por su nombre: sacerdotes, religiosos, catequistas, comunidades. Son jóvenes que llevan un camino en sus diferentes ambientes, y que tras estos encuentros, seguirán acompañados pues buscan sentido y lo encuentran en la fe.

El domingo 3 de agosto, León XIV reiteró con claridad lo que la Iglesia espera de ellos: “Aspirad a cosas grandes, a la santidad, allí donde estéis. No os conforméis con menos”. No se trata de un lema vacío, sino de un programa de vida que reclama esfuerzo y libertad, pero que ofrece a cambio la luz del Evangelio, capaz de transformar la existencia y contagiarla alrededor.

En un tiempo marcado por el desencanto, el individualismo y la desconfianza, sorprende y conmueve ver a cientos de miles de jóvenes unidos en torno al Papa. Esa fidelidad confirma que el Evangelio no ha perdido su fuerza, que Cristo sigue llamando, y que las nuevas generaciones continúan respondiendo. Con su entusiasmo, su alegría y su fe, renuevan a toda la comunidad cristiana la certeza de que Dios sigue escribiendo su historia en medio de nosotros.

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