
Covadonga Cid
La semana pasada nos hablaban en este blog del nuevo curso, de ese folio nuevo que tenemos por escribir a lo largo de este año, está en nuestras manos lo que en él escribamos.
Hay algo especial en los comienzos. Esa sensación de volver a empezar, volver al inicio, plantearse retos, cambiar algunas cosas que otros años no nos convencían o que en su momento pensamos que podrían mejorar. Una sensación de nervios y emoción que te llena de energía para los nuevos cambios que se plantean este curso.
Este año, me han cambiado de curso en el colegio. Tras siete años siendo tutora del primer ciclo de Primaria, este año me han cambiado al tercero. Un gran cambio para mí, y a su vez, una oportunidad.
Porque para mí, ser maestra es tener muchas oportunidades cada día para dar lo mejor de mí a mis alumnos, intentar superarte todos los días, ganar al cansancio, hacer de madre, psicóloga o enfermera… Ningún día es igual al anterior, cada clase y cada grupo traen algo distinto, y eso exige adaptarse, confiar y dar siempre lo mejor. Es cierto que ya tengo cierta experiencia, pero este año ha sido como volver a empezar, volver a preguntar a mis compañeros miles de cosas, revivir el periodo de adaptación como si todo fuera nuevo, ya que muchas cosas han cambiado. Eso sí, con ganas y si soy sincera… también con incertidumbre.
Este comienzo de curso me hace recordar esos primeros días en los que comencé mi aventura docente, estoy volviendo a vivir esa chispa de la primera experiencia. No es inseguridad, sino abrazar la curiosidad y la emoción de este nuevo camino.
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