Como alguna vez hemos oído, la palabra vocación proviene del latín vocare, que significa ‘llamar’. Lejos de limitarse a una elección profesional, la idea de “la vida como vocación” nos invita a una comprensión mucho más profunda y radical de nuestra existencia. No se trata de lo que hacemos, sino de quiénes estamos llamados a ser en el mundo. Es la conciencia de que nuestra vida no es una simple cadena de eventos o una tarea impuesta, sino una respuesta personal a una llamada inherente a nuestro ser.
El descubrimiento del sentido único
Vivir la vida como una vocación implica emprender un viaje de autodescubrimiento para encontrar ese sentido único que da coherencia a todas nuestras acciones. El filósofo Viktor Frankl, en su logoterapia, nos ayuda a ver que la principal motivación humana es la búsqueda de significado. Esta perspectiva vocacional transforma la existencia: pasamos de preguntarnos “¿qué me ofrece la vida?” a cuestionarnos “¿qué espera la vida de mí?”.
Esta llamada no es estática; se revela y evoluciona a lo largo de los distintos aspectos de nuestra vida. Puede manifestarse en una profesión, sí, pero también en la dedicación a la familia, en un compromiso social, en el desarrollo de un talento, o en la simple manera en que elegimos afrontar las dificultades cotidianas. El objetivo es alinear nuestra identidad más auténtica con la contribución que ofrecemos al mundo.
Un proceso de resistencia y entrega
Abrazar la vida como vocación requiere valentía y escucha. Valentía para ir a veces a contracorriente de lo que la sociedad o las expectativas externas nos dictan. Y escucha para sintonizar con esa brújula interior que señala el camino de la plenitud.
Implica un compromiso continuo con el crecimiento personal y la entrega. Cuando una persona vive su vocación, no sólo encuentra satisfacción y alegría, sino que también ejerce la forma de servicio que le es más natural y apropiada. La vocación, al final, es el punto de encuentro perfecto entre aquello que nos hace sentir más vivos y aquello que el mundo más necesita de nosotros. Es el arte de vivir, no solo consumiendo la vida, sino creándola en cada momento.
¿Qué espera la vida de ti?




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