El espejismo de la paz

11 diciembre 2025

(Curan en apariencia la herida de mi pueblo, diciendo: “¡Paz, paz!”, pero no hay paz) (Jer 6,14).

Desde hace un tiempo se oyen pocas noticias de Gaza. Esto contrasta con el nivel de tensión que se alcanzó hace unas semanas, cuando el mundo se movilizó contra el genocidio perpetrado por el ejército sionista, y cada día había noticias de lo que sucedía en aquella parte del mundo.

¿Qué ha ocurrido? La respuesta parece simple: “se ha alcanzado un acuerdo de paz”, según han anunciado con gran pompa y solemnidad todas las agencias de prensa. Así que, pasamos página, y a otra cosa, mariposa.

Pero la realidad es más compleja, y no, no es así.

La primera noticia de este “acuerdo de paz” me llegó a través del wasap de un amigo, que me anunciaba, agradablemente sorprendido, que se había llegado a un acuerdo de paz en Gaza. Yo le pedí que me explicara eso un poco mejor. Cuando me comentó que el acuerdo era entre Trump y Netanyahu, le respondí que, teniendo en cuenta las características de ambos personajes, y por lo que conocía de la situación, aquello no podía presagiar nada bueno.

No me equivocaba.

Leyendo los veintiún puntos de este acuerdo trampa, uno se confirma lo que de entrada sospechaba: Esto no es más que propaganda para bajar la presión internacional, y desviar la atención hacia otras cosas, para que Israel siga haciendo lo que ha hecho desde siempre: tratar a los palestinos como animales, sin derechos, y siendo objeto de cualquier arbitrariedad.

No disponemos de espacio para analizar todos los puntos del acuerdo, pero esencialmente, se propone un alto el fuego – lo cual es mejor que un estado general de guerra – pero todo sigue exactamente igual. El pueblo palestino es ignorado sistemáticamente, y nada cambia de sus reivindicaciones históricas. Son otros quienes deciden por ellos y además, el Estado sionista tiene la arrogancia de anunciar que jamás habrá un Estado palestino, lo cual confirma que esto no es más que una engañifa, para distraer la atención de la ciudadanía y dejar las manos libres al estado colonial para que siga perpetrando la eliminación programada de la población de la franja de Gaza, y, ya de paso, extenderlo también a Cisjordania. Como siempre.

Se insiste en el desarme de Hamás, a quienes se califica de “terroristas”. Y sí, se han ganado el apelativo por su violencia contra la población civil. Pero nada se dice del desarme del ejército sionista, el cual ha merecido con creces el calificativo, ya que ha asesinado a más población civil que Hamás.

Lo justo sería un alejamiento del ejército israelí, con mediación internacional, y garantías de que no va a haber más ataques a la población civil.

Pero ya sabemos que esto es pedir peras al olmo. Israel ha violado a lo largo de su historia, todos los acuerdos que ha realizado con los palestinos, en diferentes épocas. Y ha hecho caso omiso de todas las resoluciones de las Naciones Unidas: desde la histórica Resolución 181.

Las organizaciones palestinas tienen todas las razones para desconfiar y para defenderse de otra organización terrorista, mucho más cruel e implacable, la cual solo busca el exterminio de la población no israelí: el objetivo soñado por todos los gobiernos de ese Estado, desde 1947.

La situación actual es totalmente desoladora: Se ha amontonado a la población palestina en la mitad del territorio, en medio de escombros, sometidos al capricho de la artillería israelí, que desde que se firmó el simulacro de “Alto el fuego” ha asesinado a unos trescientos palestinos. Con una ayuda humanitaria deliberadamente reducida para matar de hambre a la población; sin electricidad, agua, medicinas ni comunicaciones. Y a esto le llaman “acuerdo de paz”.

La política internacional nunca ha sido un palomar. Pero en estos últimos tiempos asistimos a la degradación de las instituciones; al cinismo hecho norma; vemos a los gobiernos de la Unión Europea, antes la reserva espiritual del mundo en términos de Derechos humanos, claudicando servilmente ante los faraones sanguinarios.
Vivimos en una pesadilla diseñada por un sistema económico que “mata”, como dijo el papa Francisco. Un sistema económico que desprecia al débil, enriquece a los poderosos, y aniquila la vida en nuestro planeta.

Un sistema que se ha adueñado de las instituciones del mundo, y que intenta convencernos de la bondad de sus pretensiones.

La única arma de la ciudadanía es unirse y gritar juntos. Lo demostraron muy bien las movilizaciones globales en contra del genocidio. Eso era lo que realmente temían. Y por ahora han conseguido atenuar el grito de la humanidad con este acuerdo trampa.
Pero quienes creemos en el Dios que “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”, no dejaremos de gritar.

1 Comentario

  1. JOSE ENEBRAL

    Comentario *Por comentar… Parece saludable, sí, que, sin resultar pretenciosos, seamos todos un poco analistas y, en su caso, escépticos, críticos, reflexivos: bien. Es mucho lo que está pasando a nuestro alrededor y muchas son nuestras amenazas y riesgos. A primera vista, uno infiere que rezar por la paz (a ello llaman nuestros obispos) no parece resultar efectivo; pero sí conviene ciertamente estar atentos a las realidades que nos circundan y gestionarlas en beneficio de la paz, la justicia, el bien común… Bienvenidas las correspondientes manifestaciones de la parte de la población más solidaria, justa y sensibilizada (al margen de tantos indiferentes, e incluso aparentemente alineados con invasores y genocidas).

    Aludes al final al Dios que “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”; uno diría que, si Él llega, llega demasiado tarde, de modo que (pienso yo) no le esperemos. Pues eso: uno apostaría por la prevención/neutralización de estos grandes riesgos, aunque es verdad que la población mundial parece a veces hallarse más cerca de la idea de «masa» que de la de personas intelectualmente desarrolladas y autónomas; vaya, como si desde chicos nos educaran para ser masa acrítica, crédula, asintiente. En fin, habrá otros puntos de vista (y más acertados); yo niego mi voto a los partidos que sintonizan con Netanyahu, Trump, Milei…, aunque barrunto que la Iglesia está en lo que está y aquí le conviene PP-Vox.

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