El otro día una publicidad de juguetes educativos llevaba por eslogan este título ‘El único secreto para aprender matemáticas es el tacto’ y proponían unos divertidos juguetes con formas geométricas de colores vistosos y materiales atractivos.
Y me hizo pensar, si cuando mis hijos sacan todos los “tuppers” de los armarios y deciden construir con ellos una torre que llegue hasta el techo, pienso: ‘Déjalos, están aprendiendo matemáticas’ o bien les pido inmediatamente que recojan y guarden todo de nuevo ordenadamente. Si cuando, desenrollan todo el papel higiénico para crear un camino secreto desde la entrada hasta el sofá, pienso: ‘Están aprendiendo matemáticas’.
A menudo llevamos a nuestros hijos impolutos, y cuando los vemos que quieren gatear, revolcarse o jugar en el suelo, chillamos “¡Levanta del suelo, no ves lo sucio que está!” Con esta acción conseguimos que nuestros hijos no se ensucien, pero tampoco juegan, aprenden, y crecen, sencillamente se aburren sin desarrollar su propia creatividad.
Ahora que llega el verano, cuando salgamos a los parques, playas o montes, tal vez sea el momento de aprovechar y dejarles que ahonden en la arena hasta encontrar un tesoro, que construyan con palitos una cabaña o que llenen los parques de risas y carreras. Han pasado muchos meses encorsetados en extraescolares, deberes, pupitres y juegos de mesa, que no los descartamos para las largas tardes de verano, pero que tienen que dejar paso a otro tipo de actividades bastante más divertidas para ellos y algo menos higiénicas para nosotros.
Los niños tienen derecho a ensuciarse, a explorar. La higiene es muy importante, y es nuestro deber educarlos en este aspecto, pero hasta cierto punto, si nos excedemos también les podemos perjudicar, pues debilitaríamos su sistema inmunitario. Pero sobre todo si no dejamos que se manchen perjudicamos su aprendizaje. Dejemos que los niños conozcan el mundo con sus propias manos, experimenten, se ensucien.
Nuestros niños, necesitan descubrir, experimentar, sentir, palpar, explorar y todo esto el mejor modo de hacerlo es con las manos. Dicen que “Quien escucha, olvida; quien ve, recuerda; pero quien hace, aprende”. Hay quien dice que cuánto más sucio vuelve un niño a casa, mejor se lo ha pasado. Asumámoslo, mientras ellos aprenden y se divierten, también se manchan, así que permitámoslo. Así pues, este verano ‘Más manos y menos codos’, que crezcan en imaginación, en creatividad, en superarse, en pensar por sí mismos.
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