Recientemente leí esta noticia en prensa y me hizo pensar en lo curiosa que es la vida y como Dios tiene unos planes previstos para cada uno de nosotros que no siempre coinciden con lo teníamos planeado.
La historia de Ceferino, es la historia de un sacerdote que vio cumplida su vocación de clérigo pero también su vocación de padre, abuelo y bisabuelo. Quién se lo iba a decir cuando abandonó a sus padres para comenzar sus estudios en Teología.
Ceferino nació en 1938 en Fuejo, (Oviedo) y desde pequeño supo que quería decir misa. A los once años ingresó en el seminario de Covadonga y gracias a un donativo pudo continuar su formación hasta ordenarse. Fue párroco en Faedo, Tenderina y Ventanielles. En 1973 fue trasladado a Madrid donde ejerció el sacerdocio en poblados chabolistas donde las familias sobrevivían sin agua corriente, ni luz.
Aquí le cambió la vida, cuando en 1982, los cuatro hijos de la chabola de al lado llamaron a su puerta. Se habían quedado huérfanos, solos y venían a pedirle ayuda. Tras quedarse paralizado en un primer momento, Ceferino abrió la puerta de su chabola y les dijo ‘pasad’. «¿Cómo cerrar la puerta al amor que predico?», se preguntó. Y así el cura se convirtió en aquel instante, en Ceferino el padre de cuatro niños de entre catorce y cuatro años de edad: Pablo, Carlos, Loli y Raúl.
Lograron salir adelante superando muchas dificultades, pues Ceferino tuvo que comenzar a trabajar como maestro además de párroco. Estos cuatro hermanos, hoy en día, aún siguen unidos para orgullo de este clérigo que asegura que ser su padre ha sido lo mejor que le ha pasado en la vida, además del sacerdocio.
Este artículo me hizo presentes a tantos sacerdotes que ven cubierta su vocación de padres y abuelos mientras animan proyectos destinados a los jóvenes necesitados de nuestras ciudades, colaboran con su granito de arena en campamentos o escuelas de verano; o sencillamente apoyan a los que llevan adelante iniciativas a favor de los necesitados. Como lo fue Don Bosco para sus primeros chicos en Turín y como lo es el párroco Ceferino para sus cuatro hijos, referentes para los jóvenes más desorientados y necesitados.
Hola, Marta: La noticia de la que haces referencia la has leído en un periódico, pero la que te refiero la hemos conocido varias personas de la Parroquia «María Auxiliadora» de Salesianos-Atocha. Y es un caso concreto de PADRE-ABUELO Y SACERDOTE, al revés.
Su vocación creía que era ser salesiano. Y fue compañero del salesiano Maurilio González que está en Atocha. Por circunstancias terminó los estudios pero dejó la congregación e inició un nuevo camino. Conoció a la que fue su esposa, se casó, formó una familia con varios hijos y sus consiguientes nietos. Su esposa falleció y decidió retomar el camino que había dejado en la juventud. Con 70 años fue acogido en la diócesis de Getafe, se ordenó y dedicó los últimos años de su vida (ya ha fallecido) sirviendo al Señor como sacerdote. Casó a la hija que conocemos, y bautizó a sus nietos. Este matrimonio participa habitualmente en la Parroquia, los niños vienen al Colegio y están en la catequesis infantil.
¿qué te parece? Un saludo. Santiago Barrero