Hace un mes que celebramos el aniversario de las bodas de oro de mis padres. En mi cabeza surgió una admiración más allá del cariño, pues me di cuenta, que estar media vida con la misma persona es un reto que actualmente no está al alcance de todos. En estos momentos en los que el crecimiento personal está de moda, el compromiso en pareja no lo está tanto. Como muestra, en 2020, siete de cada diez matrimonios se disolvieron.
René Trossero, en uno de sus libros, dice: “Somos el resultado de nuestras relaciones”. Y no va muy desencaminado, porque pocas cosas pueden ir bien si nuestras relaciones íntimas no son de calidad. Ya lo dice San Pablo, de qué me sirve saber todas las lenguas, si no tengo amor, si no puedo entenderme con nadie, nada soy.
Alimentar cada día
Es cierto que estar en pareja no es un estado, sino un proceso. Se inicia en el enamoramiento, se va madurando hasta que se toma la decisión del compromiso. Es decir, se parte de una emoción para luego transformarse en una voluntad consciente. Esta voluntad, para que se mantenga firme, hay que alimentarla, hay que enfocarla, porque la rutina y los problemas de la vida, desgastan.
A veces, es muy difícil creer en el amor cuando lo que te llega de tu pareja te provoca resentimiento y rencor. Pero resulta que estas emociones no las sufre quien las provoca, sino quien las interpreta. Carrie Fisher lo expresaba así: “El rencor es como tomar veneno y esperar a que la otra persona muera”. Es, en este momento, cuando debemos mirar a nuestro interior y darnos cuenta que quizás nosotros también hemos dejado atrás detalles, cariños, palabras y tonos que alimentaban el fuego del amor.
He aquí algunas pistas infalibles para restaurar el amor y la pasión en pareja:
- Conoce las necesidades de tu pareja e intenta cubrir sus dos necesidades más importantes.
- Escucha y comprende sus puntos de vista desde el corazón.
- Establece tres momentos al día para hablar, mandar un mensaje, tener un detalle con tu pareja.
- Termina el día con un momento íntimo, puede ser un beso o un abrazo.
- Si eres mujer, sorprende a tu marido, si eres hombre, hazte presente en el hogar y acompaña en alguno de los quehaceres rutinarios.
Vivir en pareja es un regalo que hay que cuidar, requiere hábitos y buena comunicación. Sin embargo, merece la pena, porque como decía el refrán: contigo soy feliz con pan y cebolla.
Fuente: Boletín Salesiano
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