La Pascua es la gran protagonista en abril. La Cuaresma se nos puede hacer larga, pero no es menos cierto que la Pascua nos regala aún más días. En el calendario litúrgico, el tiempo pascual consta de 50 días. No podemos despreciar tantos días para celebrar la gran fiesta de nuestra fe: Jesús ha resucitado.
Por otra parte, el Año Litúrgico es una expansión de la fiesta de la Pascua. No podemos pensar que la Pascua es un tiempo más. ¡Todo el año es Pascua! ¡Toda acción litúrgica es experiencia de encuentro con el Resucitado!
Así ocurre con nuestra vida cristiana. Toda ella puede ser leída a la luz de la Pascua y podamos definirnos como personas nuevas y vivas. La Pascua no es el fin de la Cuaresma. La Pascua es el nacimiento de un tiempo nuevo, de hombres y mujeres nuevos renacidos en el Amor.
Y esos hombres y mujeres tienen nombres propios: el tuyo y el mío y el de las personas que conviven con nosotros. Pero también el nombre de aquella primera discípula que recibió la noticia del resucitado: María Magdalena. Y después de ella, Pedro y Juan, cada uno de distinta forma. Y Tomás, al principio incrédulo y luego creyente y humilde.
Vivencia en el Resucitado
La experiencia de todos ellos la podemos meditar a lo largo de la Pascua con una sencilla práctica de lectura y contemplación: el Vía Lucis. Es decir, el camino de la luz, que sigue el mismo esquema que el más popular Vía Crucis pero que, en lugar de presentarnos las escenas de la pasión de Jesús, nos presenta las escenas de los encuentros de Jesús resucitado con sus discípulos.
Esta práctica se inició en 1988 en un grupo de la Familia Salesiana llamado Testigos del Resucitado. Se meditan textos del Nuevo Testamento en los que los primeros cristianos comienzan a recibir la noticia de la resurrección, la van asimilando y compartiendo, y se lanzan a anunciar la gran noticia recibiendo el Espíritu Santo en Pentecostés.
En cada estación escuchamos el mensaje de paz y alegría de Jesús Resucitado, compartimos y nos identificamos con las actitudes de María Magdalena, Tomás, los discípulos de Emaús… meditamos las dudas y el valor de todos ellos. Oramos como ellos y con ellos, junto con la Virgen María, pidiendo, cada día, el regalo del Espíritu.
Os deseo una feliz Pascua. Que la noche de Pascua ilumine todo nuestro año, en el que caminemos para convertirnos en hombres y mujeres con auténtico espíritu pascual. Personas nuevas cuyo referente sea Jesús, cuyo hábitat sea la Iglesia universal, cuyo escenario sea cada rincón de nuestro mundo y cuyo mensaje sea la Buena Noticia del inmenso amor del Dios de la vida.
Más información sobre el Vía Lucis en http://vialucis.org
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