Vecinos del barrio con menos renta de Barcelona reivindican, sin embargo, una calidad de vida que les hace seguir viviendo allí después de 50 años. Cuando Ciudad Meridiana aparece en un titular es sinónimo normalmente de desahucios, paro o pobreza. Y de hecho es el barrio de Barcelona que encabeza los tres rankings. Pero podrían ponerse otras etiquetas, más positivas. Quien mejor las conoce son los vecinos que llegaron a mediados de los años 60 y siguen viviendo allí.
Más urbanizado pero más empobrecido
«La gente quiere vivir aquí, quiere pagar un alquiler, quiere arraigarse en el barrio, pero no les dejan». Quien sentencia así es Mariano Hernando, director de la Plataforma Social de los Salesianos, un centro que trabaja con jóvenes y niños del barrio. Y sigue: «Hay gente que quiere especular con estos pisos y eso en Ciudad Meridiana no tiene ningún sentido».
Hernando, nacido en el mismo barrio hace 50 años, defiende con orgullo el sentido colectivo del barrio y las luchas compartidas a lo largo de los años. «Comunidad» es una de las etiquetas que pondría. Otra segura sería “Collserola”. El entorno natural, junto al parque natural, con parajes como la Font Muguera, es para él uno de los puntos fuertes de la zona y motivo para seguir viviendo.
El encaje de los recién llegados
Del barrio que estrenaron los padres de José o Mariano ha cambiado especialmente una cosa: la población. Si en 2001 los vecinos nacidos en Cataluña o en el resto del estado eran un 94% del total, la población extranjera ha pasado a representar casi la mitad del padrón 20 años después (44% de los más de 11.000 habitantes). Al tiempo que algunos de los primeros habitantes se han marchado, han llegado nuevos, de procedencias muy diversas.
El encaje no siempre es fácil. «Una parte importante del vecindario no lo ha aceptado», se sincera Alegre. “Es una falta de solidaridad, se acuerdan poco de cuando llegaron. Si venía alguien con problemas, aquí había un vecino que le ayudaba”. «Hay gente que ve la diversidad cultural como un problema y gente que la ve como un reto y como una virtud», sigue Hernando. En todo caso, concluye, «la gente que viene a Ciudad Meridiana encuentra un espacio para vivir y donde encuentra ilusiones».
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