Sillas vacías… llenas de amor

Aprendiendo a Vivir

15 diciembre 2022

Irune López Aresti

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Tras un par de años en los que no se han celebrado las Navidades con total normalidad a causa de la pandemia, esta próxima festividad recordaremos a aquellos que ya no están con nosotros.

Volvemos a la “normalidad” y llega diciembre. El mes de las fiestas entrañables y los encuentros familiares. Que si dónde cenamos, que qué día en casa de quién… Pero este año ¿será así?

Quizá más que de celebrar, este diciembre en algunos casos tengamos que hablar de recomponer las Navidades. Igual ya no esté la casa de los abuelos o nos encontremos con algunas sillas vacías. O igual este tiempo de no poder encontrarse nos ha ido desconectando y la familia parece que se va disgregando y no hay muchas ganas de juntarse, celebrar, tocar panderetas…

Y es verdad. Fiestas con ausencias qué difícil son de celebrar. Pero ese Jesús niño nos invita a reunirnos a celebrar y seguir haciendo familia. Hagámoslo.

Sillas vacías

Quizá toque crear nuevos “ritos”, pero es bueno recordar y honrar los antiguos. Porque, si este es el caso, no tiene sentido hacer como si no hubiera pasado nada. No. Es el momento de construir una nueva Navidad, llenando de amor esas sillas vacías. Tanto nos han dado, tanto hemos compartido con ellos que, si no están aquí –bien porque nos han dejado, bien porque no ha sido posible que vengan–, es el momento de hacerles presentes.

Recordarles nos hará bien y construye familia (esa red de personas que se quieren y recuerdos compartidos).

Nos dice el psicólogo Miguel Ángel Conesa: “No pasa nada por recordar y hablar del ausente con normalidad (“a… siempre le gustaba hacer un brindis…” “de esto se encargaba siempre…”)”. Y nos invita a buscar formas simbólicas de recordarles: “Hacer algo así como un acto simbólico (un instante de silencio, un brindis, un recuerdo…), algo que se hace “en honor de” y sirve de personal homenaje”. Y a repetir esas cosas que ellos hacían todos los años (esa canción, una fuente con las copas, etc.).

Recordar. Anécdotas, costumbres, incluso broncas (que no suelen faltar tampoco estos días). Recordar, poniendo voz a los sentimientos que están en el ambiente. Recordar, agradeciendo y celebrando. Y recomponer poco a poco la Navidad dando cancha a las nuevas generaciones. Nombrando nuevos encargados, nuevas canciones, nuevas sobremesas.

Llenando de amor y vida esas sillas vacías. Al calor de la familia, ese pesebre que nos acoge y nos protege del frío. Donde el Amor nace. No nos dejemos a la intemperie.

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