El jueves 12 de enero Shakira lanzó su nueva canción. En sólo dos días, se batieron todos los récords de una canción latina en YouTube. Todas las radios y televisiones hablaban de ella. Las redes sociales y los canales de Twitch ardían. Todo el mundo –literalmente– hablaba de la canción.
En pocas horas, la nueva canción se había convertido en un fenómeno mundial. ¿Y por qué no? Por un lado, por su temática –la venganza de Shakira con Piqué tras su separación–; por otro, por todas las pistas y referencias a varias marcas comerciales que se escondían en su letra.
Pero no voy a hablar del tema de esta canción, ¡ya hemos oído suficiente! Me sirve de excusa para reflexionar sobre lo que nos pasa por la cabeza en una situación como ésta.
Cuestión publicitaria
La publicidad ha cambiado. Cambia constantemente. Cuando piensas en publicidad, ¿qué te viene a la mente? Probablemente pienses en anuncios de televisión y radio. Quizá también pienses en vallas publicitarias, anuncios en periódicos o revistas.
Los jóvenes de hoy ven menos la televisión o escuchan menos la radio tradicional que ningún otro grupo de edad. Así que no es de extrañar que las marcas busquen nuevas formas de transmitir su mensaje. Y lo están encontrando en las redes sociales.
Las marcas tratan de anunciarse en estas plataformas y, para ello, se valen de los influencers. Se trata de personas que tienen un gran número de seguidores y que, a menudo, muestran productos en sus perfiles como parte de su proceso habitual de creación de contenidos. Muchos de ellos están dispuestos a cobrar a las empresas por este servicio si con ello obtienen productos gratis a cambio. Y luego están todas esas otras personas que simplemente utilizan sus cuentas personales como una forma de mostrar lo que han comprado últimamente; tal vez sean zapatillas de deporte o ropa o videojuegos… así los jóvenes se convierten en objetos publicitarios sin recibir nada a cambio, bueno sí, los likes de sus amigos.
No tenemos más que fijarnos en las respuestas que las marcas han dado a la canción. Como Piqué, por ejemplo, se subió al carro de inmediato –literalmente también, en el coche que sale en la canción– mostrando la marca de relojes en su canal de Twitch mientras presentaba su propia liga.
Pensamos que estas cosas son anecdóticas, pero no, quedan marcadas en nuestro cerebro y aunque ahora no necesitemos un reloj o un coche, ambas marcas se han revalorizado y pueden ser opción de compra cuando lo necesitemos. Lo mismo ocurre con el producto que uno de nuestros amigos ha subido a las redes y me muestra con alegría, inconsciente será una opción de compra para el futuro.
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