Estoy a pocos días de cumplir mis 35 años, quizás ya he recorrido un tercio de mi vida y veo como quienes caminan conmigo van con sus mochilas a medio llenar: sueños, heridas, amores.
El paso del tiempo nos transforma, a nosotros como a toda la naturaleza. A veces para bien y en otras no tanto. Estamos en un tiempo en el que no somos una uva recién cortada, sino que nos parecemos más a un vino.
El vino puede estropearse y “picarse o avinagrarse” en diferentes momentos sino se mantienen los cuidados pertinentes. Recientemente, observaba a un amigo que luego de vivir varias decepciones amorosas se manifestaba con desilusión y agresivo a pesar de haber sido una personas muy dulce y amigable a lo largo de su vida. En mi cabeza, mientras lo escuchaba solo pensaba: ¡No te avinagres! Y quisiera ampliar este deseo:
No te avinagres cuando el amor no salga a tu encuentro en la primera puerta, sigue tocando puertas y ventanas.
No te avinagres cuando la amistad de la adolescencia se transforme en el desconocido de la vida adulta, todo cambia.
No te avinagres cuando te visite la hermana enfermedad y te deje ver tu vulnerabilidad, ¡acompañante!
No te avinagres cuando no tengas el trabajo de tus sueños, sino que solo parecieran llegar a pequeñas siestas laborales, estás construyendo un abanico de experiencias.
No te avinagres cuando la guerra toque nuestras puertas, sembremos la paz que otros cosecharán.
No te avinagres cuando se te rompa la tortilla, siempre podemos hacer huevos revuelto.
Es un momento para detenernos a pensar que desde nuestra humanidad la uva debe ser triturada y necesita ser fermentada antes de transformarse en vino. Y si nos abrimos a la presencia de Jesús no podemos dejar de pensar en el milagro de la transformación del agua en vino, y no uno cualquiera, sino uno de la mejor calidad.
Para quienes tienen muchos años transitando la vida pastoral:
No te avinagres cuando tu fe sea un escándalo y motivo de crítica, recuerda las “Bienaventuranzas”
No te avinagres cuando no estén repletos los grupos y actividades, recuerda que eran 12 los apóstoles.
No te avinagres cuando sientas que tus esfuerzos se disuelven en la nada, ya has puesto el uno por ciento, el otro 99% está en las manos de Dios, ¡Que se acrecenté nuestra fe!
No te avinagres cuando sean más las dificultades que las alegrías, unas te ayudan a crecer y las otras te animan en el camino.
¡No te avinagres!
¡Brindemos por el camino y por lo que nos queda para recorrer!
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