Así me siento, como si me hubiese arrastrado un tsunami de salesianidad, pues en la corta duración de una semana, dos momentos me han tocado el corazón dejándome profundamente conmovida.
Dice la RAE que animar es “Infundir [el alma] vida y actividad espiritual al cuerpo”. Pues bien, eso es lo que el Rector Mayor consiguió con sus palabras, el pasado 4 de mayo, para celebrar el centenario de Salesianos Las Palmas. Fue la forma y la seguridad que transmitía al decirlas, porque si el mensaje es importante, la manera de transmitirlo es fundamental para que no solo llegue al receptor, sino para que lo interiorice.
Hay algo con lo que me sentí profundamente identificada: habló de la idea de dar nombre y lugar a un grupo de laicos, de laicas, -educadores o no- que sostienen también las presencias salesianas en el mundo y que no son necesariamente salesianos cooperadores, ni antiguos alumnos, u otros miembros inscritos en los grupos de la Familia salesiana, pero que sin duda son medularmente salesianos y salesianas.
Nos dijo el X sucesor de Don Bosco: “Lo que hace que exista una presencia salesiana no son quienes viven en esa casa, son quienes hacen que una casa respire salesianidad, quienes crean sensación de familia, donde se ofrecen valores, apertura a Dios, pasión por los jóvenes, sensación y sentimiento de bienvenida, libertad, respeto, espontaneidad, alegría”.
Luli, maestra de muchas cosas y, junto a Liliana, maestra de ceremonia de uno de los momentos de la visita del Rector Mayor a nuestra Casa, nos habló de la cercanía, “atributo clave de liderazgo, una característica tan valiosa como la humildad, la comunicación productiva y la honradez”, y es que -querida Luli- son justamente esas cualidades que comentas, las que me han acercado a la salesianidad, en su mayoría en laicos, como es tu caso. También he tenido la suerte de rodearme de salesianos que así me lo han hecho sentir, porque si hay algo que derriba nuestras barreras, es la humildad, la cercanía y la entrega.
Y aquí llega mi segundo momento de salesianidad. Una de las actividades programadas en los actos del centenario de Salesianos Las Palmas era la retransmisión del documental de Misiones Salesianas “Libertad. Inocencia entre rejas”. Contábamos con que este acto sería uno de los puntos fuertes de la programación anual, pero los que tuvimos la suerte de responder a la convocatoria, además de conocer la lucha de salesianos para sacar a jóvenes de situaciones inhumanas, fue el profundo convencimiento de que Don Bosco está muy presente.
Convivir en una casa salesiana como la mía, que se encuentra en un precioso edificio emblemático, rodeado de tecnología, innovación y servicios, nos hace correr el riesgo de no ver más allá de sus paredes. Y es que documentales como “Libertad” nos muestran que, en los lugares más crueles e impensables, llega el abrazo y el amparo de Don Bosco.
Don Bosco sigue muy presente entre nosotros, Don Bosco es muy grande; por supuesto está en bonitos barrios como es el de Ciudad Jardín de Salesianos Las Palmas, pero también está con los jóvenes en sus celdas, rodeados de miseria en lúgubres pasillos y corredores. Si Don Bosco en 1855 luchaba por salvar a sus muchachos de la prisión “La Generala” en Turín, ahora es Jorge Crisafulli quien lo hace de la prisión de Pademba, en Sierra Leona.
Gracias a la cercanía y a la humildad con la que Alberto López, portavoz de Misiones Salesianas, nos acercó a la dura realidad de Sierra Leona, hizo que muchos de los allí presentes, sintiéramos la necesidad de involucrarnos, de no pasar de largo.
Gracias Don Ángel, gracias Jorge, Alberto y a tantos otros y otras, cuya vocación de entrega hacia los jóvenes más vulnerables, llevada a cabo con tanta fe, respeto y cariño, hacen que el carisma de Don Bosco siga ganando corazones, como el mío.
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