Navidad

24 de diciembre

EVANGELIO (Lucas 1,26-38)

El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su Reino no tendrá fin. Y María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo […], porque para Dios nada hay imposible. María contestó: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

La Misa del Domingo

IV Domingo de Adviento. Propuesta preparada por Jesús Arce, sdb

 

Misa con Niños

IV Domingo de Adviento
Guión preparado por Iñaki Lete, sdb

Comunidades en Oración

Propuesta de oración diaria a partir del evangelio dominical, elaborada por la Pastoral Juvenil SSM.

Tiempo interior

Dedica un tiempo de reflexión al comentario del Evangelio en Tiempo Interior, con José J. Gómez.

Material

Para pensar y rezar en Adviento.
Descárgalo en catalán

«Hoy nos ha nacido un Salvador»

Película

Típico: justo el día en que tus padres te dejan sol@ en casa (sin querer, encima), dos ladrones intentan asaltar el vecindario. Menos mal que Kevin es un niño de 8 años muy pero que muy espabilado. El pobre Macauly Culkin, con lo mono que era, ¡pa lo que ha quedao!

CATEQUESIS

Anoche leíamos el relato del nacimiento de Jesús tal como lo narra san Lucas. En la misa del gallo (o la eucarisơ a que haga sus veces, dadas las normas actuales de seguridad sanitaria) vivimos cómo los pastores fueron a Belén y encontraron al niño tal y como les habían dicho: junto a su madre, una humilde muchacha que guardaba en el corazón las cosas tan grandes que Dios manifestaba. Junto a María estaba José, un humilde trabajador que debía velar por ambos. Un niño que ha nacido no está sentado en un trono de grandeza y poder, sino en la humilde cueva, rodeado por unos mansos animales que acompañan a los pobres y a los humildes. Así se nos muestra Dios y revela su victoria: sin la prepotencia de los conquistadores ni la violencia de los poderosos. Sin armas y sin ejércitos. No provoca gritos de terror ni sollozos de angusƟ a. Ante su presencia, en un recién nacido, ángeles y pastores rompen a cantar de alegría. Hoy leemos el prólogo del evangelio de san Juan. Nos dice que la Palabra de Dios ha puesto su morada entre nosotros, como si fuera un humilde pastor nómada del desierto que arma su Ɵ enda entre las ovejas del rebaño, para iluminarlas con la luz de su presencia que aleja las Ɵ nieblas. Nuestro corazón sólo puede albergar senƟ mientos de alegría en este día. Gozo por la cercanía amorosa de Dios, por la salvación y el perdón que nos ofrece tan gratuita y desinteresadamente. Porque nos revela que su voluntad no es otra que nuestra felicidad. VIERNES · NAVIDAD B IMÁGENES de la BIBLIA La actual situación de pandemia que vivimos nos puede ayudar a poner el acento en los valores profundos de la existencia. Tal vez nos habíamos volcado en cosas y objetos deseables, promocionados por una sociedad de consumo… y tal vez nos habíamos olvidado de los pequeños gestos, del afecto y la ternura, de la solidaridad y la entrega generosa… Es decir, de aquello que es esencial. Nuestra sociedad puede estar orgullosa de sus logros y progresos. Hemos puesto nuestra confi anza en los progresos cienơ fi cos y en la tecnología. Tal vez nos hemos olvidado de progresar en lo éƟ co. Lo triste es que desarrollo y progreso son tan sólo para un número reducido de la humanidad. Una gran mayoría de seres humanos, por culpa del egoísmo y la codicia de unos pocos, sufren muchos males. Y también sufre el planeta Tierra, someƟ do a una explotación insostenible, con efectos devastadores para los más pobres del planeta. Los crisƟ anos, al celebrar el nacimiento de nuestro salvador, tenemos que comprometernos a comparƟ r con todos la alegría que hoy nos embarga, haciendo de cada una de nuestras vidas un tesƟ – monio del amor de Dios; el amor que se nos ha manifestado de forma tan espléndida. Un amor que da vida y trae paz, que cura y consuela, que perdona y acoge. La Palabra se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros