Navidad

26 de diciembre

EVANGELIO (Mateo 10, 17-22)

«No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos, los padres a sus hijos…, y los matarán […]. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará».

Tiempo interior

Dedica un tiempo de reflexión al comentario del Evangelio en Tiempo Interior, con José J. Gómez.

Comunidades en Oración

Propuesta de oración diaria a partir del evangelio dominical, elaborada por la Pastoral Juvenil SSM.

«Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará»

Película

En Navidad ocurren cosas mágicas, como la que le pasa a George Bailey en este clasicazo. Lleva mucho tiempo intentando mantener un pequeño banco a flote, pero a final de año le desaparece una gran suma de dinero y no puede soportar la presión… así que decide suicidarse. Pero el espíritu de la Navidad consigue que algo maravilloso ocurra.

CATEQUESIS

Cuando los peregrinos judíos accedían al Templo de Jerusalén para presentar sus ofrendas, lo hacían por la puerta de Nicanor. El sacerdote de turno salía a este lugar para tomar la ofrenda y bendecir a quienes la ofrecían. En Ɵ empos de Jesús era una puerta magnífi ca, adornada con hojas de vid de oro donadas por el rey Herodes. (La viña era el símbolo del pueblo de Israel: viña de Yahvé) La purifi cación era una ceremonia desƟ nada a purifi car a la madre tras el parto. El contacto con la sangre y la placenta inhabilitaban a la mujer para presenciar el culto. La ofrenda le devolvía la pureza legal. 

En los primeros capítulos Jesús fue presentado por medio de las voces de los ángeles. Ahora lo es por medio de voces humanas, que le reconocen como «luz de las naciones». Las palabras de Simeón subrayan la universalidad de Jesús. Pero a la vez, las palabras de Simeón ponen en evidencia que la presencia de Jesús va a desatar una contradicción tan fuerte: sus palabras serán causa de división. La anciana Ana es otro tesƟ monio entrañable en el ámbito de la Navidad. Además de Esteban, Juan, los Inocentes, el anciano Simeón, los pastores, los magos, y sobre todo José y María, ahora es esta buena mujer, sencilla que sirve en el Templo desde hace tantos años. Ana no prorrumpe en cánƟ cos. Sencillamente habla del Niño y da gloria a Dios. Es «vidente» en el senƟ do de que mira la vida con ojos de fe, y ve las cosas con la mirada de Dios. Nos da ejemplo de fidelidad y de amor. 

El Evangelio de Lucas no afirma que Jesús creciera a la sombra del Templo, sino en el anonimato de un pueblecito escondido en las colinas de Galilea. Nos remite a la pequeña población de Nazaret para comprender cómo iba creciendo y aprendiendo aquel niño. Subraya, -de forma muy sutil-, que Jesús no nació sabiéndolo todo, sino que precisó de un proceso educativo. El educador cristiano tiene presente que Jesús no bajó del cielo con los bolsillos cargados de estrellas, sino que vivió un proceso de aprendizaje en el que María le enseñó los valores humanos. José, «el justo», (que signifi ca el entendido en la Ley de Dios) le ayudo a crecer como creyente. 

Posteriormente será Juan Bautista quien se convierta en el orientador de la misión proféƟ ca de Jesús. El educador cristiano se sumerge en un proceso de formación en lo humano, cristiano y pedagógico. Comprende que el crecimiento de los chicos y chicas es un proceso gradual e integral. 

Huida a Egipto de la Sagrada familia 

El camino que une Israel con Egipto, bordeando la costa del Mar Mediterráneo, era un itinerario frecuente para los israelitas que emigraban hacia las tierras de Egipto. Es muy probable que María, José y el Niño se desplazaran a alguna de las múltiples colonias judías. La ciudad de Alejandría, enclavada en el Delta del Nilo, contaba con una próspera población judía. Pero la intencionalidad del evangelio es presentar a Jesús de Nazareth como «el nuevo Moisés». Y, así como Moisés guió desde Egipto al antiguo pueblo, Jesús es el «Nuevo Moisés» que guía a la Iglesia, nuevo pueblo de Dios.