Estamos en septiembre y las aulas se han vuelto a llenar. En la mochila los peques llevan libros nuevos, cuadernos, reglas, lápices, una botella de agua y, en su mayoría, el móvil.
Países Bajos ha decidido prohibir el uso de móviles, tablets y smartwatches en clase a partir del próximo 1 de enero de 2024, según anunció su ministro de educación este verano. Se considera que este tipo de aparatos supone un obstáculo para el aprendizaje y una distracción. De esta manera, se sigue el ejemplo de Italia y Francia, pioneros en adoptar esta medida.
En nuestro país no existe un criterio claro al respecto. Galicia, Castilla-La Mancha y la Comunidad de Madrid son las regiones que tienen prohibido su uso. Fue a partir del curso lectivo 2020-2021 cuando Madrid decidió prohibirlo con la intención de “mejorar los resultados académicos y combatir el ciberacoso y el bullying en los centros escolares”. El resto de comunidades lo deja en manos de los consejos escolares o la dirección del centro.
Gran debate
El debate está abierto y seguramente todos tenemos una opinión al respecto. Sin embargo, una cosa está clara: los menores usan cada vez antes el móvil y este, junto con internet, es algo fundamental para la vida. En la actualidad, podemos hacer casi todo con el móvil, desde compras, gestiones bancarias, relacionarnos con la administración, leer el periódico, hasta contestar correos. Personalmente, creo que, si la escuela debe educar para la vida, y la vida es y será cada vez más digital, la respuesta está clara. Creo que no se trata de prohibir, sino de educar en la utilización de las herramientas de manera sana, comprometida y responsable. Si se busca la prohibición sin reflexión, la escuela estará cada vez más alejada de la vida de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Más de lo que ya lo está.
Sin embargo, creo que es necesaria una reflexión seria y sensata sobre las habilidades para el cálculo, escritura manual, concentración y aburrimiento. La inclusión de la tecnología en la escuela no debe alejarse de la escuela, se trata de buscar el equilibrio. Nada es completamente blanco ni negro, hay una infinidad de escalas de grises. Ni que la escuela sea 100% digital ni prohibir cualquier cosa que tenga botones o pantallas, encontrar un equilibrio para que las generaciones del futuro puedan enfrentarse al futuro con el que se encontrarán: un futuro que será digital pero que necesita que lo revistamos de humanidad.
Creo que hace falta una legislación al respecto, pero que se enfoque hacia el futuro. Es igualmente importante enseñar a escribir, hacer mecanografía, dibujar y colorear, como manejar un ratón o utilizar la tecnología de manera adecuada. Si el uso de la tecnología sirve para la distracción, entonces sí será necesario tomar medidas, pero desde la educación, no desde la prohibición. En este aspecto, la responsabilidad recae en todos: familias, escuelas y administración.
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