Detrás de esta confusión hay décadas de propaganda y desinformación pagada abundantemente por el Estado de Israel y – cómo no – por los grupos financieros e ideológicos de Estados Unidos.
La primera distinción que hay que hacer es la de sionismo y judaísmo. No es lo mismo. El judaísmo es una religión de la que proviene el cristianismo, y que tiene milenios de historia.
El sionismo es más reciente. Es una corriente de pensamiento que comenzó a finales del iglo XIX, cuyo autor era un periodista húngaro, Theodore Herzl, el cual proponía el regreso a la tierra de Israel por parte de los judíos de todo el mundo.
Podemos pensar que esta propuesta tuvo una acogida entusiasta por parte de todos los judíos del mundo. No fue así. Para empezar, el congreso sionista debía de celebrarse en Múnich, pero los judíos alemanes se opusieron frontalmente. Así que se celebró en Basilea. Hubo reacciones contrarias de asociaciones judías de varios países.
A partir de ese momento, comenzó una lenta emigración a Palestina, que así se llamaba el país durante siglos. La población judía al inicio del siglo XIX era apenas de unos cuarenta mil habitantes frente a cerca de medio millón de musulmanes y unos cincuenta mil cristianos. A finales de 1948 eran seiscientos mil frente a millón y medio de musulmanes.
Durante siglos las tres comunidades habían coexistido pacíficamente bajo el imperio otomano. Los problemas empezaron bajo el dominio británico, pues éstos comenzaron a discriminar a los árabes, que iniciaron una revuelta en 1936.
El conflicto estalló en 1948, con la resolución 181 de las Naciones Unidas, que dividía Palestina en dos zonas, un sesenta por ciento de la tierra correspondía a Israel, y el cuarenta por ciento restante, a Palestina.
Esta propuesta era de por sí una flagrante injusticia, pues los judíos solo poseían un seis por ciento de la tierra. Esto supuso que miles de palestinos fueron desposeídos de sus tierras. Lo peor fueron las matanzas y actos de intimidación llevados a cabo por la “Hagadá”, el incipiente ejército de Israel. Durante estos meses antes y después de la proclamación del Estado de Israel, más de medio millón de personas fueron expulsadas violentamente de sus territorios, y muchas fueron asesinadas.
He dejado un enlace a un libro que documenta todas las matanzas, dentro del plan que el incipiente Estado de Israel llevó a cabo bajo la dirección de Ben Gurion, el primer primer ministro de Israel, que sin lugar a dudas puede ser considerado como un criminal de guerra. El autor del libro, Ilan Papé, es judío, fue profesor de la Univesidad de Haifa. Mientras hacía una tesis doctoral sobre el origen del Estado de Israel, se encontró con que los archivos del ejército y del Estado, no tenían nada que ver con el relato épico que le habían contado desde niño. Desde entonces se ha especializado en la historia de Palestina, antes y después de la ocupación.
Lo que se desprende del examen de los archivos históricos del Estado de Israel es que el Sionismo había proyectado desde sus orígenes, la limpieza del territorio. Los árabes han estorbado desde siempre. Desde el inicio ha habido un plan sistemático de eliminación de la población palestina, de diversas formas.
Es una falacia presentar el origen de Israel como “A land without people for a people without land” . El pueblo existía, solo que el sionismo jamás ha querido verlo.
La implantación del estado de Israel es una historia de sangre y fuego en la que los palestinos han llevado siempre las de perder, olvidados por la opinión pública mundial, que solo ha visto terrorismo en las acciones violentas de grupos palestinos, y que jamás ha querido ver el terrorismo perpetrado a gran escala por el ejército de Israel.
No extraña que varios ministros del gobierno actual de Israel hayan expresado públicamente en la televisión israelí, su deseo de exterminar a todos los palestinos, y su carencia de remordimiento ante la muerte de miles de niños.
El genocidio en Gaza ha sido transmitido en directo, y ha costado la muerte de centenares de periodistas, más que en las dos guerras mundiales juntas.
No sorprende que muchos judíos se distancien ahora del relato sionista, a raíz del genocidio perpetrado en Gaza, bajo la excusa de la seguridad de Israel.
Lo terrible es que este genocidio cuenta con la colaboración de todos los gobiernos de la Unión Europea, que está mostrando un servilismo humillante ante la política exterior de Estados Unidos.
En Gaza, el sionismo está viendo la oportunidad soñada de exterminar al pueblo palestino con la ayuda de nuestros gobiernos. La única esperanza está en la gente que se moviliza en todos los países del mundo. Es un deber moral gritar en contra de este exterminio salvaje del pueblo palestino que ninguna ideología puede justificar. Nadie podrá decir que no sabía.
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