Desde pequeño su mamá siempre le enseñó a salir adelante, valerse por sí mismo e incluso trabajar para ganarse la vida y cuando Dios se la quiso llevar, tuvo que hacerse cargo de sus dos hermanos pequeños, al mismo tiempo tenía que hacer y vender las tortillas como su madre le había enseñado. Christian nunca imaginó que a tan corta edad tendría que dejar la escuela, mantener a su familia y sacarla adelante. Para lograr esto, el pequeño tenía que trabajar duro haciendo 900 tortillas diarias, todo sin ninguna ayuda. Su futuro ya estaba escrito… dejó la escuela y aprendió a sobrevivir con su familia.
Elisa acababa de cumplir los doce años. Su madre la tenía que vestir, peinar y ponerle los calcetines todos los días para ir al colegio. Le tenía que poner hasta la ropa interior. Uno de sus últimos grandes logros era atarse los cordones de los zapatos. Ni que decir tiene que no sabía hacerse la cama y hasta no hace mucho su madre la limpiaba después de hacer sus necesidades. Esto me lo contaban sus mismos padres preocupados.
Dos historias, reales, verdaderas y bien distintas. Uno había aprendido de y para la vida y otra, iba al colegio, pero no sabía nada de nada. Uno era autónomo y la otra era dependiente. Uno era valiente, audaz y capaz de grandes sacrificios y otra era miedosa, dependiente e incapaz de sufrir por nada ni nadie. Uno sería capaz de comerse el mundo para (sobre)vivir y otra simplemente no tenía futuro.
Científicos de la Universidad de Nebraska-Lincoln han comprobado que algunas plantas tienen memoria, sienten y se comunican; tienen una memoria activa y son capaces de remitirse a ella. ¿Capaces de aprender? En el mundo animal el proceso de aprendizaje es más evidente, les sirve para su supervivencia. El aprendizaje humano es algo más complejo y cubre multitud de campos diferentes: instintivo, emocional, intelectual, espiritual, sexual… Cuando un niño aprender a caminar su organismo físico realiza todo un proceso de adecuación al entorno, y a las características de ese entorno.
En la historia, el aprender unos de los otros y su transmisión ha sido una de las claves del progreso humano. Sólo los pueblos que han sabido aprender y progresar han salido adelante, los que no, simplemente han desaparecido. La más antigua de la presencia humana en Australia data de hace 50.000 años (los bisontes de Altamira fueron pintados hace unos 15.000 años). Los homo sapiens sapiens llegaron a Sahul (un continente desaparecido que unía Australia y Nueva Guinea) antes que a Europa y lo tuvieron que hacer necesariamente navegando, porque ese territorio siempre ha sido una isla. La primera conquista de Australia es una de las hazañas más sorprendentes de la humanidad: alguien llegó navegando a un lugar tremendamente remoto cuando, en teoría, no sabíamos navegar y forjó una cultura que aún se conserva. ¡Una auténtica odisea! Esto sólo fue posible gracias a una cadena de aprendizajes. Los franceses dicen “savoir savoir” (“Saber saber”).
Los curiosos aprenden cada día algo nuevo, no se contentan con los conocimientos que poseen, sino que están constantemente queriendo aprender más y poniéndose al día con los nuevos adelantos. Son personas a quienes les apasiona el conocimiento y se siente a gusto en ambientes en los cuales se motiva y se comparten ideas, para construir continuamente algo nuevo. Son innovadores y creativos por naturaleza y los pilares de la nueva Sociedad del Conocimiento. Imaginad que en la expedición Apolo XI, que llegó a la Luna en 1969, la nave espacial mantuvo el trayecto programado sólo de 2 a 3 por ciento del tiempo empleado. El 97 por ciento del tiempo restante, o sea casi todo, se mantuvo fuera del curso planeado. Una mentalidad de aprendiz construye personalidades a la vez flexibles y sólidas. La arterioesclerosis mental asesina y mata el aprendizaje. Dicho en cristiano, sólo una sicología de discípulo te hará crecer,
Termino con una experiencia que me llegó. En uno de los últimos programas de Idols Kid, que vi estas vacaciones en casa de mi madre, una abuela, comentó al presentador del programa toda emocionada: “Todos aprendemos de mi nieta”. Esta frase me hizo pensar. Una sabia mujer mayor, toda una familia… ¡aprendiendo de una de las más pequeñas de la familia!
Pedro Ruz Delgado.
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