Libros que creen en la vida
Amigo Javier:
La Fundación Nipace cumple ya 15 años.
La historia de la Fundación es la del optimismo de la voluntad y de la inteligencia, tan tacaña con ciertas cabezas.
La Fundación “se viste despacio, porque tiene prisa”.
Tiene algo de imán, de monte sobrevenido.
En su sede de la Calle Francisco Aritio de Guadalajara se puede contemplar la nitidez de su trayecto. Todos los días hay amigos. También bienhechores. Luego estamos los demás: médicos, enfermeras, fisioterapeutas, voluntarios y el capellán que soy yo. La Fundación es un bazar de gentes de toda España que mira a un mismo punto: los niños. Todo sucede alrededor de los niños: las conversaciones, las consultas, los tratamientos, los sueños, la esperanza, el futuro, el todo. Estas cosas, amigos, se pueden predecir, pero no se pueden concretar. Si pudiéramos entrar adentro de sus cabezas encontraríamos imaginación, ilusión, memoria, entendimiento, vagabundos en sus palabras, inescrutables en sus silogismos, pero precisos en la nitidez de los recuerdos, afectos y actos.
Como el momento es interesante, quiero encabezar cada uno de mis libros de esta colección ‘Paco de Coro 80’ con este introito. A Don Ramón Rebollo, presidente de la Fundación, le parece de perlas.
Eso sí, confieso que como he sido profesor durante más de treinta años, sé que “he hablado mucho, he armado ruido verbal, lo mismo en la tarima que en el púlpito. Cuando me jubilé, descubrí maravillado y hasta embrujado mi propio silencio. Si he escrito algo que merezca la pena, es el libro el que tiene que hablar por sí mismo, no yo”.
Pues bien, aquí está nuestra colección. Por fin.
Por fin ‘Paco de Coro 80’ llega para regalar ojos a los cuervos. La colección ‘Paco de Coro 80’ es para el autor una transfusión de esperanza y para los que con él van un darse ellos mismos de bruces con su propia biografía. Tengo familiaridad con la oscuridad y el silencio, abren de par en par las pupilas, linean los pensamientos, rescatan el fondo de las cosas, el vacío.
`Paco de Coro 80’ no es fantasía… es vida. La vida misma. Hay libros que acuden. ‘Paco de Coro 80’ quiere saltar del anaquel a tus manos y “¿animarte”? No es para tipos bilabiales, oclusivos, sordos, falsos.
Me he pasado días, años, quitándome las pulgas en el meandro de un monasterio. Busqué en las ropas las liendres como países en un mapa propio. Lavé, sacudí, sequé, desde pequeño con las chicas de la Sección Femenina.
Paco de Coro lleva la geografía y la historia en la sangre. Son palabras dejadas al borde de un sueño de niño de posguerra, donde se implantan las canciones y los fracasos de unas y otras vidas y la voz de una abuela Mamá Nona, nacida en el siglo XIX, que se desploma dentro de esos sueños y de mi madre Nieves de Coro, superviviente de la guerra incivil del 36.
Y, en fin, a los libros se llega también por la vista, por el tacto, incluso por el olfato. Antes, pues, de leerlos, de hojearlos, se da con ellos una relación muy física. La pintura de la portada de Javi Comino está en el primer contacto con el libro. Su vínculo quiere comenzar por los ojos, y abrirse paso hasta las manos. Hasta tus manos y hasta tu corazón. “Toma y lee”.
Amigo Javier, por estas latitudes los escritores seguimos viviendo milagrosamente de escribir y en eso apoyamos una identidad y una economía de subsistencia. No hace falta más. Primero creyeron en mi “los vascos”: las Cajas de Ahorro Provinciales, después las Municipales de Donostia y Vitoria; también los Ayuntamientos de Vitoria y de Irún, las Fundaciones vascas: “Sancho el Sabio”, la “Bascongada”, “Euskoikaskuntza”, “Labayru”, “Doctor Camino”… y los salesianos de Roma y Madrid en su momento. A mí aún me parece un privilegio, sobre todo, si uno rema mayormente contra la fuerza del agua.
Oye, desconfió de aquellos que defienden a pulmón lleno o a voz en grito que al escribir uno no piensa en los lectores. Mentira podrida. Eso es como si un músico no compusiera para el auditorio, o a un profesional de la cocina le importara un bledo el comensal, o el profe de historia no valorara los comentarios favorables de sus alumnos: Sam del Pozo, Dani Batanero, Arturo Bris, Robert Toledano, Isi Aragonés, Nacho y Juliancho Sevilla, Juan del Saz, Antonio Román, Miguel Utrilla…
Sospecho que todos los oficios se ejercen a favor de alguien y un poco en contra de otros. Así es la vida de los hombres. Así es nuestra naturaleza. Mis libros caminaron vacilantes por las calles de la gran ciudad de Vitoria, Bilbao, Donostia, Madrid, Guadalajara, temblando entre las músicas de Guridi y Arrieta, de Turina y Falla; de Beethoven, en fin, que es la sordera sonora de Goya –qué digo– la soledad sonora, presente la palabra de San Juan de la Cruz el Grande.
Mi colección ‘Paco de Coro 80’ se abraza a la gente que quiero y me quiere, en la recta final de la vida. Yo sé que cuando escribo los artículos en mi blog “De andar y pensar” habrá quien los lea y quien no. Y algunos me dan las gracias por WhatsApp y otros me hacen saber que en ocasiones –pocas– molestan. La mercancía de lo que escribo es cosa mía, pero quien me da el sitio es www.salesianos.info, que se hace de una gente que paga por tener ese tinglado en su pantalla, y ejerce naturalmente su derecho a saber, a invitar, a dudar, a confiar, a desconfiar. Qué se yo.
Lo normal, Javier, (no lo habitual) de este oficio y vocación, es aprender y trabajar cada día en un medio (editorial, periódico, radio, televisión) y aprender algunas cosas en casi todos los demás. Soy parte de los lectores que se acercan sin medida a los periódicos españoles que poseo en la aplicación de mi móvil. Soy uno que ha pasado la vida leyendo a gente a la que nunca he visto. Con la que nunca he compartido “ni tabaco, ni cerveza, ni café”. Y cuando ellos escriben o hablan los creo. Sin más.
Vital y ávida.
Desde una palabra, vital y ávida, quiero cantar el júbilo de la vida propia, firme el pulso todavía, erizada la capacidad narrativa, mantenidas las emociones de chico, intactas, casi originales, por dentro y por fuera. La soledad es una de ellas. El silencio que envuelve la prosa, que la matiza, que la enciende. También el odio, el miedo y el amor. De ahí fue saliendo todo.
De la mano de intuitivas editoras, Antxiñe Mendizal Haramburu, Idoia Estornés Zubizarreta, Miren Jone Azurza…, fabulosas historiadoras Mari Cruz Mina, Begoña Urigüen… e historiadores Tellechea Idígoras, Revuelta, Sanz de Diego, Villoslada, Batllori, Stella, Braido… fui aceptando el destino de escribir en el rasguño de las madrugadas, lo mismo en Azkoitia que en Aldatz, en Sierra de Córdoba que en Sevilla, en Ondarribia que en Rentería, en Sigüenza que en Guada… artículos, libros, folletos, palabras todavía sin cicatrizar.
Rilke decía que ni la niñez, ni el futuro menguan en el corazón. Me parece muy interesante tanto lo del futuro es ahora lo de Rilke, ni la niñez, ni el futuro menguan. Al contrario, se expanden como nuestra existencia. Por las manos encalladas con las que he escrito mis trabajos –tantos– sé que en el trayecto se aprende a ignorar, a recordar con agonía, a que los nombres de tantos alumnos amigos, retumben como júbilo y vida. A gloria de San Juan Bosco, amén.
Enjaulados los ojos durante décadas, azotado el rostro por la reflexión y vocación, retumban mis amores y pensamientos escritos ahora en la colección ‘Paco de Coro 80’ en la CCS, vitales y ávidos.
‘Paco de Coro 80’ es posible que escriba para nadie y para todos. La botella que el náufrago lanza al mar.
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