Es una frase que oímos cada vez más frecuentemente. Por distintas razones y en diferentes situaciones.
El mundo ha avanzado mucho. Tecnológicamente, organizativamente, socialmente. Y tenemos la impresión de que podemos controlarlo todo: la salud, la convivencia, el día a día, la vida… Que tenemos protocolos y tecnología para prevenir cualquier cosa. Como dicen nuestros jóvenes, “Qué fantasía”…
Y es que el ser humano es imprevisible y la naturaleza también. Y no podemos tener todo bajo control. Probablemente, no podemos tener bajo control casi nada.
Lo pensaba a raíz del famoso “robo del bebé” en el hospital de Bilbao. Muchas personas indignadas diciendo: Es inadmisible. ¿Cómo pueden pasar esas cosas? Hay que denunciar a Osakidetza. Cómo puede estar esa mujer en la calle. Tendría que estar entre rejas y tirar la llave…
Pues esto pasó porque una chica perdió un bebé y no fue capaz de soportarlo emocionalmente; como nos pasa a tantos en esta sociedad a otros niveles y en otras situaciones y nos ayudamos, por ejemplo, con medicación. Pasó porque confiamos los unos en los otros y no pensamos que cualquier persona que se nos acerca o nos pide un uniforme puede estar desequilibrada y a punto de cometer una locura.
Pasó porque la vida es así.
Todo no puede estar medido, previsto, protocolizado.
No podemos controlarlo todo. Sobre todo, la vida. No podemos domarla ni cuadricularla a nuestro antojo.
Las cosas muchas veces- igual la mayoría- no suceden como queremos, cuando queremos o como pensamos.
Y eso nos hace sentirnos muy vulnerables… y eso da miedo o frustra o duele… porque estamos en manos de los demás; personas libres e impredecibles.
Pero los que creemos hemos de saber que no todo depende de nosotros. Y que nuestros planes, humanos, a veces no son Sus planes.
Por eso pueden pasar esas cosas… que igual, a la larga en muchas ocasiones, nos sorprenden agradablemente o es lo mejor que nos podría haber pasado.
Irune López
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