¿En alguna ocasión has sentido que estabas atrapado en el ciclo de complacer a los demás, incluso a expensas de tu propia felicidad y salud? ¿Has vivido situaciones en las que tenías claro lo que no querías pero, por miedo a decirlo, te has callado y has hecho otra cosa?
Si tu respuesta a alguna de las dos preguntas anteriores ha sido ‘sí’, tranquilo. Es frecuente que en la vida repitamos patrones aprendidos en el pasado donde lo esperado era responder a la demanda de los demás por encima de la nuestra.
En cambio, este exceso de complacencia puede llevarnos a sentimientos de agotamiento, resentimiento y culpa. La buena noticia es que es posible aprender otras maneras de relacionarnos en la vida. Para ello, es fundamental entender que decir ‘no’ no es un acto egoísta, sino una afirmación de nuestros límites y necesidades.
La asertividad es la habilidad de expresar nuestras opiniones, deseos y emociones de manera directa y respetuosa, sin agredir ni ser pasivo. La asertividad no es imponer, sino buscar un equilibrio entre nuestras necesidades y las de los demás.
En las relaciones humanas, la asertividad construye puentes de comunicación saludable y está en la base del buen entendimiento.
Algunos consejos para practicar nuestra asertividad
- Conócete a ti mismo/a: Ya lo decía Sócrates. Reflexiona sobre tus necesidades, límites y deseos. Conoce tus propios valores y prioridades.
- Utiliza los “mensajes yo”: Habla de ti, no del otro. La clave es expresarse con frases que tengan el “yo” como referencia y evitar el “tú” acusador. No es lo mismo decir “Me has respondido mal” a “Me siento mal por la manera en que me respondiste”.
- Empatiza: Procura escuchar y comprender las perspectivas de los demás, aunque no estés de acuerdo con ellos.
- Cuida tu lenguaje no verbal: Procura sonreír al hablar, mira a los ojos y evita actitudes defensivas en tu voz y en tus gestos.
- Practica en pequeño: Comienza por situaciones simples y, gradualmente, aborda temas más complejos.
Y recuerda: Decir ‘no’ y ser asertivo es un acto de amor propio y de respeto hacia ti mismo y hacia los demás. Aunque pueda parecer desafiante al principio, la práctica constante de la asertividad nos empodera, mejora nuestra autoestima y nos guía hacia una vida más equilibrada. Así que… ¿Empezamos?
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