Por fin, amigo Javier, los pies viven su gran momento.
Son los más jóvenes los que los han puesto de moda. Te has fijado: los grandes diseñadores de las pasarelas siguen a lo suyo, obsesionados ininterrumpidamente por el talle, por el busto, por el pecho, por las nalgas… Y así, y así, siguen las grandes semanas, las Fashion week de París, Milán, Londres, Nueva York, Madrid, Tokyo, Berlín… felices con sus tajadas monumentales por sus virguerías de santero sobre torsos hermosamente tallados… Pero la gran movida en las calles de Madrid, Málaga, Donostia, Valencia, es la de los pies. Antes se iba de brazo en brazo en las noches de parranda, hoy no se puede trastabillar. Los pies siempre en el suelo. Aunque sea descalzos, por el primer calor del verano, pero en el suelo. Mi amigo Bata se quedó absorto en tres ocasiones, con la cabeza inclinada hacia los pies descalzos o medio descalzos.
-¿Qué miras? –le dije.
-Los pies. ¿Te has fijado bien que cosa más rara son los pies?
Y empezó a reírse a carcajadas: “¡Oye qué feos son los pies!”. – “¿Pero?”. – “¡Pero fíjate!”. Se trataba de los pies de la Cospedal que vino en tres ocasiones a la Fundación NIPACE de Guadalajara con un tipo de zapato escaparate del pie. Y se puso a enumerar el lío de huesos y huesecillos de sus pies, amén de la calidad de sus esmaltes en las uñas.
Bien.
El calzado, amigo Javier, ha dejado de tener ese carácter de complemento, de añadido o de accesorio. Hoy es el epicentro. El eje de la compostura. La carta de presentación en sociedad. Recuerdo muy bien, no hace mucho, aquella mirada colectiva de una dama de la nobleza con casa palacio en Azkoitia. Acudía yo todos los días para auscultar su magnífico archivo sobre las 10 de la mañana. Diluviaba. Llamo. Abren. Entro con avaricia. Sacudo el paraguas. En el primer descansillo de la escalera, la mirada fulminante de la etxekoandre Aurelia me taladra. Tras pisar su alfombra turquesa con barro en los zapatos, dice: “¡Qué simpático, Don Francisco!”. Y sus ojos me atravesaron como alfileres. “Espere, espere”. Desaparece para comentarle a su señora. Le oí decir desde la cama. “Dile al pater que hoy no hay consulta, faltaría más. Que se habrá creído”.
Y al poco ya no eran un par de ojos enojados los que me tenían por objetivo, sino cinco pares: los de Aurelia, los de las dos doncellas, los de una de sus hijas y un cashero que pasaba por allí. Mucho más tarde, hoy por ejemplo, por acudir como no debía en campo equivocado, llego a definir aquella situación así: Fue el Efecto Guadaña por llevar los zapatos sucios.
En la exploración juvenil, la mirada, el golpe de ojo, se ha invertido esencialmente. Si antes iba de arriba abajo, hoy va de abajo arriba, liderado por las grandes firmas. Que si Nike, Under Armour, Adidas, Asics, Puma. Y ese cambio, esa resolución –se puede llamar así- la protagonizan las plataformas para ganar altura y las zapatillas deportivas. Plataformas como Guess, Min Min, Aldo, Fornarina, por ejemplo, se llevan sin complejos y, en las mujeres, sin los riesgos malabares del tacón de punta. Amigo Javier, hemos elegido una especie de ortopedia glamurosa, de muestrario andante, de desafió métrico a las teorías de Darwin.
Y nada, mientras los adultos andamos obsesionados con el hemisferio norte y el tramo del cuerpo, los muchachos transgreden una y otra vez las leyes del armario. Lo importante para ellos son los pies.-¿Qué te pones hoy, Robert?
-Zapatillas de perfil Adidas, con piso de caucho, horma Levi´s o mejor Panama Jack, mediasuelas con amortiguación LuckCyching, piel flor, lengüeta spandex y plantillas…
-¿Y en el cuerpo?
-Pues… puf… ¡Déjame tu vieja camiseta de los Beatles y los vaqueros medio rotos de la disco!
Y es que a lo mejor el alma ha cambiado de sitio y quiere salir por los pies… ¿Por qué Neymar se para a mitad del partido para atarse las botas, y Messi, y Cristiano y Piqué y… la Biblia en verso? Por reclamo publicitario claro, pero no será también para que su alma no se escape?
Mira, Javier, los antiguos discutían mucho sobre la forma del alma y del lugar físico: las vísceras, las glándulas, el trigémino, hasta llegar a ese disco duro del cerebro, pero nadie nadie nunca la situó en ese lejano y escondido finis terrae de los pies. Pero por qué no pudo exiliarse de vez en cuando a esos confines insustituibles, como nos confirma la historia del calzado. Las almadreñas de las pescadoras de Zumaia o de Lekeitio, colocadas en pareja como pequeñas barquichuelas, donde el alma podía navegar en haya. Por no hablar de ese tronío de los tacones de un zapateado flamenco, que es cuando al alma se baja al alboroto, al bulle-bulle, al salto para poner todo el cuerpo en tromba y más si son acariciados por unos suaves faralaes. Y no digamos, cuando se exilian a los piadosos lavatorios de pies dañados, o a los de los discípulos de Nuestro Señor en la Última Cena de Nuestro Señor y a las últimas cenas de nuestras miles y miles de liturgias de Jueves Santo… Garaia da, dicen los vascos de los pies. Es decir, es el momento de los pies.
Jajajajaja, Oda a los pies! Como se le puede sacar partido literario a los pies… hay que tener mucho arte, como el tuyo, literario.
En cambio, Van Gogh dibujaba unos zapatos viejos y destartalados. Qué cambio de visión!. Parece «que el diablo está en los detalles». Y los detalles cambian el mundo.Gracias Paco por dejarnos mirar la realidad desde otra perspectiva.
Prosélito amigo; una reflexión pèdea se me antoja complicada y, máxime, cuando tu exordio lo has circunscrito, con escueto acierto, al «márketing» de la moda.
Hace tiempo me pidieron que visualizara un «juanete» (sic) para que diera mi opinión.
-Es un «juanillo» -le aseveré
-¿Cómo que un «juanillo»? me recriminó. ¡Me está jorobando todo el día y, ahora, tú me vacilas!.
Presta atención, manifesté con sonrisa de «cachondo» andaluz: -Cuando se localiza en el dedo gordo lo llamáis «juanete» pero cuando se localiza en el dedo pequeño lo llamo «juanillo» . ¿Te has enterado ya?……
Ahhhhh; ¡ahora me viene una curiosa reflexión!. ¿Cuantas veces hemos oído que «….tiene los pies en la tierra»? y también «…..ha tropezado en la misma piedra». Y esta otra «……….de los pies a la cabeza».
Esa anatomía es relevante y muy buena materia prima para creaciones literarias, retransmisiones deportivas, cálculos de percentiles, métodos de fabricación y ventas y……mucho más con el halo de la mercadotecnia.
Pero, desgraciadamente, no se aprovecha su existencia para reflexionar sobre lo que soporta, transporta, mueve, presiona y, mucho menos, quien lo soporta, los mueve, qué y como presiona,……
En definitiva: «enseñame los pies y te diré que alma tienes»
Jaja excelente oda a los pies. Por poner una pega, pudiendo poner Bilbao, pones Donostia 😀 Y los vascos tenemos muchos refranes con los pies, por algo será. Entre lis que más md gusta «Ardo gozoak lau begi eta oinik ez», es decir, el vino tiene 4 ojos y ningún pie. Ah! Nuestra Amatxo de Begoña… Lan bikain! Good job Mr De Coro!