Llega el buen tiempo y los días más largos, ahora es normal que los niños salgan de la escuela y vayan al parque a jugar con otros niños; pero, ¿os habéis fijado cómo están organizados los columpios y los bancos de alrededor?
Es curioso que en barrios donde hay mucha migración los niños y niñas, independientemente de su origen y cultura, juegan todos juntos. Pero, ¿habéis visto cómo y dónde están los padres y madres mientras tanto? Sí, efectivamente, en los bancos de alrededor.
Los que hemos pasado por esa etapa, sabemos que es aburrido, hay que estar para cuidar que no se caigan o se vayan por ahí, no puedes ir a ninguna otra parte porque “tu misión” es protegerlos de otras personas o de ellos mismos. Hay veces que tienes suerte y ese “cuidado” se comparte con otros adultos, y ahí viene la organización de los bancos de alrededor. Mientras que los niños juegan todos juntos, los adultos al cuidado se organizan según raza, religión, cultura… bien separados, sin mezclarse entre ellos.
Los que trabajamos en las escuelas, vemos que por dentro es un patio grande, no hay diferencias entre ellos; de hecho, conocen la cultura de los compañeros y les enriquece “eso diferente” de su amigo.
Jesús y Don Bosco
Cuando Jesús dijo: “Dejad que los niños se acerquen a mí”, en una época en la que los menores eran seres inferiores y no valían nada, no dijo que se acercaran los judíos guapos y buenos, ¡dejó que se le acercaran todos!
Unos años más tarde, Don Bosco eligió a los niños que no quería nadie, chavales de la calle, seguramente hoy en día serían esos de todos los colores y culturas que juegan juntos en la calle, pero sin nadie que les vigilara desde los bancos.
Esto me lleva a hacerme preguntas: ¿En qué parte del parque nos situamos nosotros? Somos los que estamos sentados en los bancos separados por “colores”; o somos los niños que juegan juntos. ¿Hacemos como Jesús que dejamos que se nos acerquen todos? O, ¿hemos dado un paso adelante, como Don Bosco, y nos acercamos nosotros a ellos?
Algunos dicen que esta sociedad, por la pérdida de valores, se extingue, pero yo opto por tener esperanza, quiero creer que esos niños que hoy juegan juntos, de mayores serán los padres y madres que se sientan juntos y mezclados a cuidar de sus hijos; quiero creer que ellos crearán un futuro donde las diferencias sumen y no resten, ¡quiero creer en ellos!
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