A María se le puso un nudo en la garganta, una sensación de angustia teñida de tristeza invadió su interior. Los resultados de las pruebas no predecían nada bueno. Había muchas probabilidades de que el niño no llegará a nacer, y si sobrevivía… Miró a José, su marido, a su lado. Intuyó que lo estaba pasando aún peor que ella. Habían puesto tantas esperanzas en este niño, su hijo… Lo veían tan pequeño en las imágenes de las ecografías, tan indefenso, tan frágil, pero en los latidos de su corazón sentían sus ganas de vivir…
Tenían que tomar una decisión
Si no seguían adelante cerrarían este capítulo de sus vidas como si él nunca hubiera estado aquí… Pero ahora él estaba aquí, con su vida en riesgo, pero con vida. Su corazoncito latiendo parecía que entraba en sintonía con los corazones de él y de ella. Concordes los tres, los tres vivos, y los tres luchando por la vida: él y ella con su niño, y el niño con los dos. No, no podían cortar este hilo de vida que les unía, aunque fuera tan débil, tan frágil… O precisamente por eso… El niño les necesitaba, la vida del niño necesitaba de sus vidas. El niño ahora vivía, y ellos decidieron que querían que siguiera viviendo. ¿Hasta cuándo? No lo sabían, pero ahora estaba vivo. Los tres lucharían hasta el final. Sí, seguirían adelante con la esperanza de que esa vida siguiera adelante. Los tres iban a luchar por ello. Y no estaban solos…
Esta narración no se refiere a ningún hecho concreto, pero desde luego que es real en cuanto que tantas personas viven situaciones similares… La vida es un don frágil, pero cuando se le hace sitio, crece desde sí misma, con esa fuerza que Dios ha puesto en ella.
“Dios vive y te quiere vivo”
Son palabras del papa Francisco en la Christus Vivit, y podríamos añadir que nos quiere vivos para que vivamos, demos vida y la cuidemos. Él quiere contar con nosotros también para esto. Por eso, cuando sentimos el peso de nuestra vida, o la de otra persona, sobre nuestros hombros, pensemos que nuestra vida, y la de todos, está en sus manos, y que el Dios de la Vida hace posible lo que nos pide, y no carga sobre nosotros más allá de lo que podemos soportar. Él sostiene nuestra esperanza…
José y María, los personajes del principio de este artículo, decidieron colaborar con Dios cuidando, con sus vidas, de una vida que Él les confiaba.
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