Imagen: Universal
https://www.universalpictures.es/micro/los-tipos-malos

Recientemente he visto la película de animación “Los Tipos malos” de DreamWorks. Tranquilidad, en este artículo no hay spoiler. La historia cuenta cómo una banda de ladrones formada por tipos -y una tipa- muy malos son apresados por la policía. Para quedar en libertad deben asumir el desafío de convertirse en buenos ciudadanos. Por supuesto son tan malos que no están dispuestos a cumplir con el trato, solo aparentarán que pueden hacer el bien para librarse de la cárcel. Pero en ese proceso de transformación simulada algo empiezan a sentir. Quizá ser buenos no sea “tan malo”.

Poner en práctica la amabilidad, empatizar, moverse por el interés común por encima del propio, pensar en los demás, mostrar gratitud son acciones transformadoras que nos reconfortan y que benefician a la sociedad en su conjunto. “Los Tipos malos” lo descubrirán a su manera y a su tiempo, concretamente en 100 minutos que dura la película.

El poder de “hacer el bien” está en nuestras manos. Lo estamos viendo con la guerra de Ucrania, el ser humano es capaz de lo peor y de lo mejor. La acción de los gobiernos no está exenta de intereses pero la ciudadanía, a la que golpean las imágenes de mujeres, madres, abuelas que huyen con sus hijos e hijas; familias que se separan y no saben si se volverán a ver; jóvenes armados defendiendo su país… se siente impelida a hacer algo por ellas y por ellos. Ojalá no se apague esa empatía y conectemos también con “las otras Ucranias”, otros refugiados y migrantes que huyen de otras guerras y dramas, menos televisados, pero igualmente dramáticos e injustos.

Ahora que estamos en tiempo de Cuaresma, se cuenta que el Papa Francisco propone 15 sencillos actos de caridad en lugar del ayuno de la carne. Entre ellos: dar las gracias; recordarle a los demás cuánto los amas; saludar con alegría a esas personas que ves a diario; escuchar la historia de los demás, sin prejuicios, con amor.

Pues aunque esto es una fake news que circula desde 2015 y no es obra del pontífice -ojalá todas las falsas noticias fueran como esta-, no está de más tenerlos presentes porque el poder de transformar el mundo a través de la bondad empieza por nosotras y nosotros.