En medio de toda esta desolación ha habido algo que nos ha confortado como seres humanos y es la respuesta de la gente voluntaria, quiero resaltar a los jóvenes, que se desplazó a las zonas de la tragedia para ofrecer su colaboración en la limpieza del lodo. Decía un sacerdote voluntario. “Lo que más me sorprendió fue la actitud de la gente, especialmente la de los jóvenes. Estaban trabajando sin descanso, sin pedir nada a cambio”, Lo que define como “el Evangelio hecho vida”.
También me impresionó la sentida respuesta de este sacerdote embarrado cuando le preguntaron dónde está Dios en todo esto. “¿No lo ves?, contestó.
No me resisto trascribir la repuesta completa de este sacerdote en medio del barro y la tragedia “¿No ves el amor que está surgiendo aquí? Es cierto que no sabemos por qué ocurren estas cosas, que no podemos entender. Si no clama nuestro corazón, si no grita y no le pide al Señor explicaciones, ¿Qué pasa? ¿Somos de piedra? Pero si sabemos leer los acontecimientos, a lo largo de la historia y sabemos leer nuestra vida hoy, vemos que el Señor está sacando mucho bien. Y ojalá la gente que está yendo y no conoce todavía al Señor, lo pueda encontrar entre el barro. Ojalá”.
El problema del mal en el mundo siempre ha sido un misterio sobre todo ante grandes tragedias de los seres humanos y responder a esa tremenda interrogación algo extremadamente difícil.
Quizá debamos acudir a nuestra propia historia para tener una respuesta, repasar nuestra vida y descubrirlo en nuestra propia historia en los momentos alegres y en los duros y difíciles, encontrarlo en la propia vida cotidiana, “Dios está entre los pucheros”, en el día a día, convirtiendo nuestra pequeña historia en Historia de Salvación.
Gloria Fuertes, la poetisa de los niños, pero con una gran y profundidad lo decía en uno de sus poemas: “¿Dónde está Dios? ¿Se ve o no se ve? Si te tienen que decir dónde está, se nos escapa. De nada vale que te diga que vive en tu garganta. Mis padres dicen que vive en nuestros pies descalzos, que está en nuestras peleas y nuestros abrazos, que está en la mesa y en el salón, en mi cuarto y el comedor, está cuando sé que todos somos uno. Por eso soy feliz cuando vamos juntos. Yo me digo cada día que Dios está donde sea, está cuando le dejo entrar y cuando pongo barreras, está en el día y en la noche, en mis fallos y mis reproches, está en mis logros y mis metas”. Amén a eso.
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