En los últimos meses he estado hablando sobre la inteligencia artificial, sus costes y la privacidad. Pero hoy quiero centrarme en uno de los aspectos menos conocidos, el impacto ambiental.
Seguramente muchos de vosotros habéis dicho en algún momento: “A mí no me des papel, lo tengo en digital”. A lo largo de los años, hemos ido sustituyendo el papel por las comunicaciones digitales con la idea de que era mucho más ecológico. Y es cierto, no se usa papel, pero eso no significa que el impacto medioambiental sea cero, ¡todo lo contrario! Cada vez que usamos algo digital, se está consumiendo energía. Muchas veces pensamos que las cosas que no vemos no tienen consecuencias, pero la realidad es que cada vez que usamos la IA, estamos contribuyendo, sin darnos cuenta, al agotamiento de nuestros recursos naturales.
Basta un ejemplo
Tomemos como ejemplo la creación de una imagen en un estilo como el de Studio Ghibli, que se puso de moda en marzo. Esto tiene un coste medioambiental considerable. Crear una imagen con IA consume grandes cantidades de energía y también requiere agua para enfriar los servidores donde se procesan. Se estima que cada imagen generada consume alrededor de 5 litros de agua (¡aunque mucha de ella se regenera y no se pierde, el impacto ambiental sigue estando ahí!).
Pero este no es el único coste. Las empresas que nos ofrecen estos servicios aparentemente gratuitos están utilizando estas tendencias para perfeccionar sus tecnologías, probándolas con millones de usuarios en todo el mundo. Nuestro “trabajo gratuito” al usar estos productos les permitirá generar su negocio en el futuro, aunque ya hay versiones de pago.
Esta situación debe llevarnos a la siguiente reflexión: las empresas de inteligencia artificial nos están ofreciendo algo que parece gratuito, pero lo que realmente están haciendo es recopilando grandes cantidades de datos que, en el futuro, nos harán pagar por sus productos. Este fenómeno no solo se limita a las imágenes; también ocurre con los textos y las preguntas que hacemos a las IA, e incluso con los miles de memes que nos mandamos y que pensamos que son inofensivos.
No estoy en contra de la inteligencia artificial ni del uso digital, pero es importante que seamos conscientes de su coste. No solo en términos de privacidad, sino también en cuanto al impacto que tiene sobre el medio ambiente para que hagamos un uso responsable
A medida que la tecnología avanza, es crucial que nos preguntemos si realmente necesitamos todo lo que consumimos. Cada vez que consultamos internet o usamos aplicaciones de IA, estamos contribuyendo, quizás sin quererlo o sin saberlo, al cambio climático.
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