Egocentrismo, narcisismo y pastoral juvenil

28 febrero 2025

En el contexto actual de la pastoral juvenil, es crucial abordar dos fenómenos que pueden obstaculizar nuestra misión: el egocentrismo y el narcisismo. Aunque en la práctica son conceptos similares, el egocentrismo se refiere a la tendencia de centrarse excesivamente en uno mismo, mientras que el narcisismo es un rasgo de personalidad caracterizado por un sentido exagerado de la propia importancia y una falta de empatía hacia los demás. Ambos pueden tener un impacto significativo, y bastante negativo, en nuestra labor pastoral, en nuestra relación con otros educadores y evangelizadores, y en la formación de los jóvenes con los que convivimos.

El desafío del ego en la pastoral

La Pastoral Juvenil, fundamentada en la transmisión del Evangelio, que se hace concreta en el servicio incondicional e integral hacia los jóvenes, se encuentra en directa oposición con las tendencias egocéntricas. San Agustín nos invita a reflexionar sobre cómo utilizamos nuestros talentos en el servicio pastoral: «la humildad no consiste en negarse a reconocer los dones que Dios nos ha dado, sino en ser conscientes de que estos dones provienen de Dios». El narcisismo, por otro lado, puede afectar la autenticidad en el acompañamiento juvenil. Timothy Keller advierte que «El narcisismo y la codicia son las raíces gemelas de todos los pecados».

En nuestro trabajo pastoral, debemos estar atentos a no proyectar nuestras propias necesidades en los jóvenes, sino a escucharlos verdaderamente y responder a sus necesidades reales. Y si somos auténticos y coherentes con nuestros lemas y proyectos, subordinar nuestros miedos y comodidades a las opciones concretas y valientes que materializan nuestra opción preferencial. Y no olvidemos, que cuando hablamos de opción preferencial, no es porque ponemos en negrita el título en un documento, sino porque decididamente hemos optado por dejar de hacer unas cosas para poder dedicar nuestro tiempo y recursos a lo que hemos señalado como preferencial: “en lo que se refiere al bien de la juventud en peligro o sirve para ganar almas para Dios, yo me lanzo hasta con temeridad” (San Juan Bosco).

En la era digital, enfrentamos nuevos desafíos en la lucha contra el narcisismo y el egocentrismo. Las redes sociales han fomentado una cultura de autopromoción y búsqueda constante de validación externa. Como agentes pastorales, debemos ser conscientes de estos riesgos y modelar un uso saludable y equilibrado de la tecnología. En este contexto, nuestro papel como educadores y pastores es aún más crucial. Debemos ayudar a los jóvenes a desarrollar una identidad sólida y una autoestima saludable que no dependa de los «me gusta» o seguidores en las redes sociales, empezando por vivirlo de esa manera nosotros mismos, ni perder la libertad de nuestros proyectos y opciones por el miedo al qué dirán.

La sinodalidad es un concepto clave en la Iglesia contemporánea. Este enfoque nos llama a caminar juntos, a escuchar todas las voces y a discernir colectivamente. Como nos recuerda Filipenses 2, 4: «haga cada uno, no sólo por su propio interés, sino también, por el de los demás». Este versículo encapsula perfectamente el espíritu de la sinodalidad y su potencial para contrarrestar tendencias egocéntricas. Nuestro papel como agentes o líderes pastorales debe ser el crecimiento y desarrollo de los jóvenes, no nuestra propia glorificación.

La formación continua y la autocrítica

Para combatir el narcisismo y el egocentrismo en nuestra labor pastoral, es esencial comprometerse con la formación continua y la autocrítica. Es importante mantener una actitud de aprendizaje constante y de estar abiertos a nuevas perspectivas. Justificar lo que hacemos únicamente “porque siempre se ha hecho así” es un pecado constatado, que vulnera radicalmente la novedad del Evangelio y el estilo de vida de Jesús. La autocrítica y la reflexión regular sobre nuestras motivaciones y acciones son fundamentales, y, además, nos ayuda a no dejarnos a nadie por el camino. San Agustín nos recuerda que «la humildad es la madre de todas las virtudes». Cultivar esta humildad nos ayudará a mantener nuestro enfoque en el servicio a los jóvenes y a la comunidad, en lugar de en nuestros propios deseos de reconocimiento o poder.

Conclusión

“No hagáis nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad, considerad a los demás como superiores a vosotros mismos” (Filipenses 2, 3). El egocentrismo y el narcisismo representan desafíos significativos en el trabajo en equipo en general, por supuesto también en la pastoral juvenil.

Nuestra misión es crear espacios donde los jóvenes puedan crecer en fe, amor y servicio, libres de las trampas del ego y el narcisismo. Como agentes educativos y pastorales, estamos llamados a ser modelos de humildad y servicio desinteresado.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

También te puede interesar…

IBRAHIMA Y MAGATTE

IBRAHIMA Y MAGATTE

Últimamente están apareciendo muchos discursos de odio que animan al menosprecio del inmigrante ilegal so pretexto de...

Escuela o Dorada Prisión

Escuela o Dorada Prisión

Acompañado por Siro López, educador, artista, especializado en creatividad y amigo, he decido dar una vuelta por...

Bailando con lobos

Bailando con lobos

Hace tiempo que la música que suena en la curia romana ha dejado de ser armónica. Sin ser un experto en cuestiones...