No pretendo comentar ningún capítulo de Black Mirror, una de las pocas series que sigo, con ese planteamiento distópico de lo que puede llegar a ser nuestra sociedad, si toda la tecnología que utilizamos hoy no va acompañada de la humanización y de los derechos de las personas para proteger su intimidad.
Corroboro que la radio, que es el medio de comunicación que más me gusta, te hace pensar más que la televisión e internet. Mis largos viajes en coche me permiten escuchar muchas horas de radio, cuando no voy acompañado. El otro día, en unos de esos programas en los que se habla de actualidad y de tecnología, me llamó la atención el comentario que hacía un contertulio cuando hablaba de las consecuencias de la sociedad del Big Data, haciendo alusión a las últimas noticias de Facebook y de ¿robo? de datos por Cambridge Analityca.
Decía que el gran poder de hoy y del futuro es la información. ¡Nada nuevo! Pero, el gran problema es que no estamos tomando conciencia de que este poder lo estamos regalando de forma gratuita a aquellos que lo utilizarán para sus intereses. Dentro de unos años, decía, las nuevas generaciones dejarán de utilizar Facebook y Twitter y utilizarán otras redes sociales diferentes. ¿Qué ocurrirá con toda la información que le hemos dado a Google? ¿Qué harán con esos datos? Ciertamente que la Ley de protección de datos obliga a no comerciar con nombre, direcciones, teléfonos, cuentas corrientes, etc., pero hay otros datos que se escapan de esta protección que son mucho más suculentos: nuestros gustos, nuestras preferencias, los productos que consumimos, los libros que leemos, los lugares que hemos visitado o nuestras costumbres.
Si esto lo relacionamos con nuestra libertad y nuestros recursos económicos, ciertamente es para preocuparse. Dentro de uno años, los más pobres serán los que más se hayan dejado atrapar por las redes sociales y hayan regalado toda la información de su vida a la red. La red sabrá más de ellos que ellos mismos, porque la memoria humana olvida para poder sobrevivir, pero el Gran Hermano no olvida y puede sacar información pasada cuando más le interese. Esto facilitará la manipulación de las personas.
La privacidad se convertirá en un lujo. Ya están surgiendo empresas especializadas en borrar todas las huellas digitales en las redes sociales de aquellos que cuentan con recursos para pagar estas altas sumas que valen sus servicios. Pasar desapercibido y que no aparezca un tuit tuyo de hace tiempo, o una foto incomoda que pusiste hace 15 años en Instagram, será un bien muy preciado y al alcance de muy pocos bolsillos.
No quiero ser catastrofista ni pájaro de mal agüero, pero todo esto es para pensarlo, hacerse cargo y preguntarse ¿Qué datos, fotos e información estamos regalando a las redes (Google)? ¿Para qué y cómo se utilizarán estos datos? Ya sabemos por la historia que la información es poder y el poder no se utiliza siempre buscando el bien de la humanidad.
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