El 8 de mayo, por la tarde, en la Plaza de San Pedro, la fumata blanca, y el repicar de las campanas, anunciaron, que había un nuevo Papa. Apareció el cardenal protodiacono que anunció al pueblo romano y al mundo entero el nombre del nuevo Papa según la fórmula ritual, el cardenal Robert Francis Prevost quien se dio el nombre de León XIV y su primera bendición y mensaje fue: «La Paz esté con todos vosotros. Quisiera que este saludo de paz llegara a todos vosotros, a todas las personas, a toda la tierra».
A partir de ese momento fue incesante la búsqueda de noticias sobre la vida personal y apostólica del nuevo Papa, fotos, artículos, sermones… visitas a ciudades, nacionalidad norteamericana, misionero en Perú, obispo en Chiclayo, una pequeña diócesis de Perú…
De las muchas fotos y videos que se han publicado de él como fraile agustino, y obispo hay una imagen que me ha llamado especialmente la atención. Se le ve, siendo obispo, en medio del agua y el barro, expresando su solidaridad a damnificados por las inundaciones provocadas por el ciclón Yaku, que golpeó Perú en 2023, causó la muerte de decenas de personas y afectó a más de 12.000 y lanzando una campaña para ayudar a los damnificados por las lluvias y las inundaciones. Les pide que sean generosos y abran su corazón para ayudar, seguir adelante como en otras ocasiones y agradeciendo las ayudas.
No cabe duda, y así lo está demostrando en estos primeros días de su pontificado, su preocupación por los más necesitados, lo últimos, los alejados, su gran dedicación como misionero en Perú durante unos 20 años.
Tenemos la suerte y el Espíritu Santo a través de los cardenales así lo ha decidido, elegir un Papa no de “despachos y curias” sino salido del pueblo y misionero en un país del Tercer Mundo, preocupado y trabajando por el bienestar del pueblo sobre todo del más humilde como el de la diócesis de Chiclayo.
Quiero terminar con unas palabras suyas que me impactaron: “Así que si estás roto, si no crees, si está cansado de las mentiras…ven igual (a la Iglesia). Con tu rabia, tu duda, tu mochila sucia. Aquí nadie te va a pedir tarjeta VIP. Porque la Iglesia, mientras yo respire, será casa para los que no tienen casa y descanso para los que están agotados. Dios no necesita soldados. Necesita hermanos”
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