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La libertad
Id por todo el mundo y predicad el evangelio:
Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios,
los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian
las buenas noticias.
Amigo José Luis Martín Gálvez:
Hoy en día están fuera de lugar la ambigüedad o el silencio,
frente a sistemas de poder y comunidades cerradas
frente a la sociedad del miedo
frente a las arenas movedizas de las ideologías
frente a las nuevas tecnologías
frente a las redes con su garrulismo e intolerancia
frente a la voracidad económica y la corrupción…
No hay nada más noble, más decente o más necesario
que la defensa de los derechos y libertades individuales
frente a los sueños asfixiantes de dioses y monarcas
purulentos.
Emilia Gálvez Tenaguillo
es libertad.
Es la intuición. Es la inteligencia.
Es el buen sentido. Es la solidaridad para sufrir con el dolor
de los demás.
Es la sencillez. Es el pensamiento equilibrado.
Es la moderación y la prudencia.
Es la interiorización de la fe católica en sus hijos.
Es la expresión auténtica en los aledaños de la Virgen de la Antigua.
Es la insurrección desbordada de lo alcarreño, de lo universal.
Es el servicio permanente a la causa de la libertad.
La libertad.
“La libertad, amigo Sancho, es uno de los más preciosos dones que
a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse
los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad,
así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida…”.
Esta idea sobre la libertad, tan profunda y actual, la extiende
Cervantes lo mismo al hombre que a la mujer, lo que en el siglo
XVII era poner una pica en Flandes.
Y más adelante afirma sin veladuras:
“Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos”.
Amparo la voz del clásico con especial énfasis y respeto porque
“fuego soy apartado y espada puesta lejos”
en los campos de lavanda de Pastrana o Brihuega.
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La Alcarria
Emilia Gálvez Tenaguillo
es Alcarria.
Es la voz isabelina del Palacio del Infantado.
Es la campaneta matutina de Santa Clara, hoy Santiago.
Es el retablo barroco de San Nicolás, antes iglesia de la Compañía.
Es el Instituto Caracense. Es el Brianda de Mendoza.
Es el Flores y Abejas. Es el Decano hoy. Es el Nueva Alcarria.
Es la sensatez. Es lo auténtico. Es lo directo. Es lo coloquial.
Son los talan talan de las carmelitas,
de los franciscos
de las concepcionistas.
Es la Campiña Baja. Es la Campiña Alta.
Es la patria.
Es una patriota realista:
“El patriotismo es la fidelidad al paisaje, a nuestra limitación,
a nuestro destino. En los campos más yermos de nuestra España
hay debajo de cada piedra un alacrán y un pensamiento:
Matemos las alimañas y pensemos bien nuestro pensamiento (Ortega y Gasset)”.
Días logrados, los días de La Alcarria.
Realidad donde refugiarse: concreta, única, propia.
No se idealiza. Se soporta y se respeta. Se quiere.
Emilia Gálvez Tenaguillo
es la honra.
Qué más da que sea conocida por LA PERDI,
apodo que le viene porque era muy menudita de joven y por eso
la apodaban PERDIGÓN, que para mayor brevedad se quedó en
PERDI.
Qué más da que fuera fiel camarera de la Virgen de la Antigua
y devota total y acudiera gozosa para cualquier servicio que se le
requiriera.
Qué más da que en su último trabajo en la Jefatura Provincial
de Tráfico dejara huella de saber estar y paciencia
benedictina con cada multado.
Qué más da que, sin garantías de nada, ofreciera siempre su mejor
rostro, apaciguando manías y suspicacias, egoísmos y vanidades
y otros placeres mediocres que aquí no importan a nadie y
además estorban.
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Iglesia alcarreña
Emilia Gálvez Tenaguillo
es Iglesia santa alcarreña.
Es el Carmelo de San José,
con las tres mártires de la calle Teniente Figueroa,
las primeras beatificadas de la guerra incivil.
Son los siete salesianos fusilados el 6 de diciembre de 1936
en la cárcel, junto a otros 299 presos, por el mero hecho de ser católicos,
suaves, inapreciables, calados de fe hasta los tuétanos.
Es Don Atilano, el obispo inédito, como padre, amigo y pastor,
hoy por tierras de Molina, dejando gotas de bienaventuranzas,
flotando por el Señorío. El que con las brasas de su historia está
viviendo otra historia desde Buenafuente del Sistal.
Son los nueve asesinados alcarreños en el 11 M
zumbidos que perforan el caldero de nuestras Semanas Santas.
Tienen algo de triunfo, pero también de amenaza gigante
a nuestra sociedad,
que usa de sus recuerdos para sobrevivir
y no como yo, amigo Joseli, que los uso para escapar.
Es el salesiano Andrés Jiménez, “San Andrés del Henares”
le llamo yo desde posguerra, allá por 1947.
– Pisa el crucifijo, imbécil.
– Camina hacia el río, idiota. Que te he dicho que lo pises.
Y Andrés lo besa una y otra vez y cae en la ribera acribillado
a balazos.
Tres largos días permaneció su cadáver a la intemperie.
Después desapareció.
Quizá una mano piadosa lo enterró por allí cerca.
Andrés Jiménez es tierra de la tierra alcarreña.
Emilia Gálvez Tenaguillo
es devoción mariana hoy.
Ha traducido la fe católica al román paladino,
ha roto la rodilla de los dioses modernos, la jerga de los pedantes,
los consejos de los inútiles, las monsergas de los altaneros;
ha puesto la catequesis, la fe del carbonero, sin recovecos,
como el NODO, al alcance de todos los alcarreños,
yendo detrás de su Virgen de la Antigua, en las procesiones,
rezando avemarías sin fin y cantando “a voz en grito”
a la Madre de Dios de la Guadalajara Sur,
aunque tosieran un poco los de la Guadalajara Norte,
con su Virgen del Amparo.
Amigo Joseli, tuve que venir en su auxilio local, la Auxiliadora
universal y dejarlas “hermanas” y a pachas,
como viene siempre la Virgen de Don Bosco,
con “Escuela y Despensa”,
con un colegio espléndido, el mejor de la Inspectoría de Madrid,
entre los 1865 de todo el mundo;
y si hace falta “Despensa”
pone una panadería salesiana en Belén de Judá
donde da de comer a más de 3.000 palestinos al día,
“que obras son amores y no buenas razones”.
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Salesianos Guadalajara
Emilia Gálvez Tenaguillo
es Salesianos Guadalajara 1979-1985
es el COU de 1982-83, militante en el concepto de circunstancialidad e
idealista, lo vio a medio hacer y le buscó sentido. Como yo.
Y aprobamos todos la selectividad.
Es el COU de 1984-85, el de Fernando Ruiz Grande, hoy el mejor vascular de La Princesa y del Rosario y el de Arturo Bris y Cabrerizo, el mejor profesor de Finanzas del IMD de Suiza y todos los demás, donde fui yo más cierto, más yo, más querido y sentido hasta hoy. Porque pude ser entrañable y áspero. Me sucedió con mis padres y me sucede con mis libros. Y, de otro modo, con ese mar Cantábrico, sobre el Paseo Nuevo en Donostia, que se mete en la cabeza y estalla dentro, insulta y hiere, liberando temores y falsos heroísmos. Parece que allí la vida no avanza y, sin embargo, los vascos me concedieron siete premios.
Es el estruendo de la venta de polvorones “Pío XII” en Navidades, hasta 600 cajas (los mayores vendedores, los hijos de guardia civiles, Arturo Orea y Nardo Orozco; iniciativa de Moratilla Fernández) para cubrir gastos sin fin en viajes a Cataluña, Andalucía, Aragón, Castilla La Mancha o Madrid (Goya, Velázquez en el Prado y San Juan Pablo II, en su visita a la capital).
Amigo José Luis Martín Gálvez, Joseli:
No vine a dar lecciones a nadie, sino a compartir afectos, con tacto,
con memoria ¡claro!, con voluntad y con entendimiento.
“La educación es cosa del corazón” (San Juan Bosco), pero
“Las almas se agarran por el cerebro” (San Ignacio de Loyola)
y con el tiempo forjé una amistad inesperada que dura hasta hoy.
Y ya templado, con dedos de arriero, endurecidos de tanto escribir a mano, herederos de los de mi padre, labrador en Ocaña y obrero mecánico en Madrid, me despido con un recuerdo a ese gremio de las mejores feministas, esas maravillosas arrieras, las mejores cómplices en vuestra educación y en la mía: Emilia, tu madre, Raquel, Trini, Titina, Fátimas, Pilar –tantas–, Carmen –tantas–, Aurora, Petra, Candela, Marías Josés, Isabel, Rosa, Reyes…
Id y predicad el evangelio.
Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia.
Los niños con parálisis cerebral, engarzados a robots de última generación pueden caminar en NIPACE.
Las madres emigrantes o no, abrazan a sus hijos con RED MADRE.
Los chicos y grandes con distintas capacidades, hasta ríen y saltan de gozo, con mi VOZ POR TU SONRISA.
Los dependientes, prendidos de alcayatas tóxicas, ajenas a la humanidad, se reencuentran en PROYECTO HOMBRE.
Los vaciados de horizontes, abrasados en tierra quemada, bracean en CÁRITAS.
Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra.
Estás tres bienaventuranzas,
escritas en el retablo de la parroquia de María Auxiliadora
invadía tu vista todas las mañanas al empezar las clases.
Amigo Joseli,
me decías que tu madre me quería muchísimo.
También yo a ella y a ti.
A gloria de San Juan Bosco. Amén.
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