EN BUSCA DE LA «NUEVA NORMALIDAD»: Pistas sin trampa para un futuro inmediato

12 junio 2020

Esta es la pregunta del millón: ¿En qué va a consistir la «nueva normalidad»? ¿Cómo será el futuro inmediato que nos aguarda tras esta pandemia? ¿Nos cambiará, cambiaremos solo un instante hasta volver a nuestras cotidianidades? ¿Cuál será el presente y el futuro de nuestros jóvenes? Sinceramente, es una gran incógnita. Pero algo debe quedar claro, económica, jurídica, social y estructuralmente. Se alterarán costumbres, se priorizarán valores, sentimientos y emociones que permanecían en un vacío de ausencia e inconsciencia. Es hora de cambiar pautas y conductas, roles y comportamientos; es hora de repensar el futuro, de reflexionar.

La vida ha sufrido un brusco detenimiento.

De repente, nuestros derechos y libertades cedieron por «el bien de todos». Lo sucedido nos ha hecho ‘pararnos’ ante riesgos y circunstancias que escapaban a nuestro control.

De repente, nos hemos acordado de los miles de abuelos, padres y madres ‘aparcados’ en residencias y de que, en nuestras vidas, ya no había sitio ni espacio para ellos.

De repente, supimos que aquella sanidad, que habíamos encumbrado a la élite, era solo del coraje y valor de sus personas hasta la entrega total y absoluta de la propia vida. Fallaron los equipos, los medios, la organización y la estructura…

Si algo nos ha enseñado esta crisis es el papel que las administraciones públicas tienen que desempeñar para mitigar el impacto de la pobreza y para que las crisis no las paguen siempre los mismos. Toda crisis aumenta el riesgo de exclusión social y pobreza, especialmente en los más vulnerables, esos que hemos dado en llamar la sociedad del descarte: la infancia, los ancianos, los migrantes… Porque el futuro nos va a traer de inmediato pobreza, desempleo, déficit y endeudamiento como nunca hemos sufrido ni imaginado.

El Covid-19 ha llegado para cambiarnos, no sabemos muy bien cómo y en qué sentido. Por ahí caminará la «nueva normalidad». Y lo está ya haciendo en la convivencia, en el distanciamiento, en las profesiones y en el trabajo virtual y telemático con resultados nada desdeñables… Esta pauta y esta óptica recibirán un gran impulso con la experiencia de estos meses. La inversión en talento será la gran asignatura del momento: el talento que llegue, que se genere y, sobre todo, que se quede. De la miseria profunda de cada circunstancia solo se sale a través de la cultura, del esfuerzo y de una mano tendida.

Y como paso a la «nueva normalidad», de la que todos hablamos y que nadie sabe lo que es y será, tres reflexiones que deberán condicionarla y explicarla:

1. El universo tiene su manera de devolver el equilibro a las cosas según sus propias leyes, cuando estas se ven alteradas. El cambio climático está llegando a niveles preocupantes por los desastres naturales que se están sucediendo… «Dios perdona siempre, los hombres a veces y la naturaleza no perdona nunca a quien no se ocupa de ella» (Papa Francisco).

2. Ahora que las relaciones interpersonales, la comunicación…, se realiza a través de las redes sociales, dándonos la falsa ilusión de cercanía, este virus nos ha quitado la cercanía real, ha consagrado la frialdad de la ausencia de contacto. El Covid-19 nos ha «cerrado las escuelas», ha vaciado nuestros patios y campos de deportes, obligándonos a buscar soluciones alternativas y a poner a los padres al lado de sus hijos; nos ha obligado a reconocer que somos familia siempre.

3. Socialmente, este virus nos manda un mensaje claro: solo se sale adelante haciendo piña, haciendo resurgir en nosotros el sentimiento de ayuda al prójimo, de pertenencia a un colectivo, de ser parte de algo mayor que lo hace responsable de nosotros y que nos responsabiliza como personas. Se trata de la corresponsabilidad: sentir que de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú dependes de ellos.

Es de esperar que la «nueva normalidad» no sea volver a lo de siempre. Habrá que recuperar lo mejor de la «antigua normalidad», pero hay capítulos que deberán permanecer cerrados. Nos lo está exigiendo la vida, la historia y la naturaleza. No deseamos una segunda oportunidad para aprender lecciones que tienen que haber quedado claras y asimiladas tras esta dura experiencia de dolor y de muerte, pero también de esperanza.

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