Hoy, el papa Francisco cumple 82 años. Jorge Mario Bergoglio, ese obispo jesuita que “los cardenales fueron a buscar al fin del mundo” el 13 de marzo de 2013. Una ocasión para subrayar algunos de los motivos, las instancias, las propuestas de este Papa argentino que ha impulsado un aire renovador en toda la Iglesia y que, a la vez, afronta continuamente los envites internos y externos de los propios pecados de la la propia Iglesia y del mundo de hoy. Aquí se intuyen y esbozan apenas 82 motivos de agradecimiento en este cumpleaños. ¡Felicidades papa Francisco! ¡Felicidades Jorge Mario Bergoglio!
- Acoger. Crear oportunidades, favorecer el encuentro personal, mostrar la centralidad de la persona.
- Alegría. “El santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor. Sin perder el realismo, ilumina a los demás con un espíritu positivo y esperanzado. Ser cristianos es gozo en el Espíritu Santo”, leemos en ‘Gaudete et exsultate’.
- Amabilidad. La cortesía, educación y respeto es reconocer la dignidad del otro como persona. “Amar también es volverse amable”.
- América. Tierra de sueños y conflictos como los que afrontó san Romero de América que “dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos”.
- Amistad. “Búsqueda del bien del otro, reciprocidad, intimidad, ternura, estabilidad, y una semejanza entre los amigos que se va construyendo con la vida compartida…”
- Argentina. La que Francisco lleva dentro, aunque no la visite con las sandalias del pescador. Con sus contradicciones, con su historia, con sus rincones, sus villas, sus familias, sus luces y sus sombras.
- Asia. La de los éxodos y los refugiados permanentes, de la sabiduría de vida y la de la contemplación cotidiana.
- Audacia. Frente a los miedos, valentía, “el empuje evangelizador que deja marca en este mundo”. Frente a remoloneos y cobardías de salón.
- Belleza. La que permite intuir lo sagrado de las personas, la huella del creador en su creación. La que trasciende el mundo y los acontecimientos frente a toda superficialidad.
- Casa común. Donde crece y fructifica la vida, donde el señorío de las personas se muestra poniéndose a su servicio
- China. Tiempo de acuerdos cocinados a fuego lento. Diálogo de silencios construido sobre recelos y persecuciones, pero con esperanza de futuro. Tiempo de “sanar las heridas del pasado, a restablecer y mantener la plena comunión de todos los católicos chinos, y a asumir con renovado esfuerzo el anuncio del Evangelio”.
- Compromiso. Porque “el Reino nos reclama”, la fe se realiza con los hechos y no con las palabras.
- Comunicación. Desde la sencillez y la trasparencia, uniendo fuerzas, respondiendo “a las exigencias de la misión de la Iglesia”.
- Comunidad. Espacio donde experimentar la presencia de Dios, donde buscar los signos de los tiempos, donde resistir la persecución…
- Confianza. La de quien reconoce “la luz encendida por Dios, que se esconde detrás de la oscuridad, o la brasa que arde todavía bajo las cenizas”, más allá de toda sospecha.
- Consejo. De cardenales o de expertos o de testigos… de aquí y de allá. Para renovar la curia, para rejuvenecer la Iglesia.
- Conversión. “Que el Espíritu Santo nos dé la gracia de la conversión y la unción interior para poder expresar, ante los crímenes de abuso, nuestra compunción y nuestra decisión de luchar con valentía”.
- Desatanudos. Así es María, “Dios, que derrocha su gracia para sus hijos, quiere que nos confiemos a Ella, que le confiemos los nudos de nuestros pecados para que ella se los acerque a su hijo Jesús”.
- Descartados. Porque las víctimas de esta lógica son los más débiles, los niños y los ancianos, los enfermos… Una crueldad que no deja espacio a la acogida.
- Desprendimiento. Actitud esencial para poder vivir la caridad. Frente a las nuevas idolatrías de quien no deja lugar para Dios.
- Detalles. De quien sabe fijarse en las pequeñas cosas, atender a los más pequeños como si fuesen los más importantes, el de quien sabe qué pasar por alto para que el otro se sienta perdonado…
- Discapacidad. “¡Cuántas personas discapacitadas que sufren se abren de nuevo a la vida apenas sienten que son amadas! ¡Y cuánto amor puede brotar de un corazón gracias a la terapia de la sonrisa!”
- Discernimiento. Sabiduría de quien se abre a la gracia para trascender la realidad cotidiana. Una “danza” de comunicación de deseos, los más profundos de las personas y los del propio Dios.
- Domingo. Como aquellos mártires que “no podían vivir sin el domingo”… “El domingo es un día santo para nosotros, santificado por la celebración eucarística, presencia viva del Señor entre nosotros y para nosotros”.
- Economía. La que crea progresos de humanidad, la que genera desarrollo integral frente a corruptelas y exclusiones.
- Ecumenismo. De los teólogos, pero sobre todo de la oración y de los mártires. Con gestos concretos y abrazos palpables. En el norte, en el sur, mirando a oriente y occidente.
- Educación. “¡Sin el derecho a la educación no hay libertad plena, que es la que permite a cada persona ser actor de su propio destino!”
- Encuentro. Porque la propia fe “es un encuentro con Jesús, y debemos hacer lo que Él hacia: encontrar a otros”. tender la mano, construir amistades más allá de nuestro círculo y conocer a la gente de las periferias, a los más pobres y vulnerables, a los inmigrantes y refugiados
- Enfermedad. El dolor de la cruz no paraliza, hace que comience un camino de entrega y ofrecimiento.
- Esclavitud. “Levantemos el velo de indiferencia que cubre el destino de quien sufre. Nadie puede lavarse las manos ante la trágica realidad de la esclavitud de hoy”.
- Esfuerzo. “Hacer siempre el bien requiere esfuerzo… ¡El camino de la santidad no es para los perezosos!”
- Esperanza. La que surge de la certeza de la plenitud, la que sabe que Dios puede escribir en los renglones torcidos, la que deja espacio a la sorpresa y a la hermosura…
- Eucaristía. Tiempo de oración, de agradecimiento, de celebrar la salvación, memorial que “rehace el Calvario” frente a toda rutina, semilla que germina en el interior del creyente.
- Europa. La del sueño de la unión, los derechos y los valores humanizadores. La de las puertas entreabiertas y las nuevas heridas en cicatrices del pasado. ¿Volverá a ser la voz de la conciencia del mundo?
- Evangelización. “La alegría del Evangeliollena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.
- Familia. Las reales, las del mundo actual, las de las crisis y los desvelos… Donde se vive la entrega, la generosidad, el aliento en el crecimiento… porque “el bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia”. “No existe una familia perfecta. La familia solo crece con el ejercicio diario del perdón”.
- Fe. La luz que ilumina los sufrimiento del mundo, las alegría cotidianas, las opciones grandes y pequeñas…
- Futuro. “El futuro lo tienes que hacer tú con tus manos, con tu corazón, con tu amor, con tus pasiones, con tus sueños. Con los demás”.
- Hospital. “Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental”.
- Humildad. La que es consciente de la propia fragilidad pero que no anula la propia voluntad pero sabe que no bastan las propias fuerzas. La que deja el palacio y se va a la residencia sacerdotal.
- Integrar. Favorecer el enriquecimiento intercultural, intergeneracional… crecer en contacto con los demás, descubriendo su fuerza interior, caminando juntos
- Jesuita. De los que descubren las fronteras de la misión. De los que experimentan con la vida el servicio a la Iglesia. De los que desarrollan sus talentos al servicio de la justicia y la paz, de la fe y la alegría.
- Jóvenes. Con los que caminar, escuchar y compartir. En las redes y en los senderos. Para compartir el futuro y enriquecerse del pasado.
- María. La mujer de su tiempo, la madre entregada, el modelo de creyente, la presencia callada, la esposa fiel, el impulso de la Iglesia…
- Maternidad. La de la Iglesia, la de María, la que se aprende de la forma de amar de Dios y es que“la ternura de Dios, es la propia de una madre. Dios es padre y madre”.
- Misericordia. “Es el atributo fundamental de Dios y la mayor de todas las virtudes”. Bien merece un año jubilar, bien merece una vida comprometida.
- Misión. “Cada hombre y mujer ‘es’ una misión, y esta es la razón por la que se encuentra viviendo en la tierra. Ser atraídos y ser enviados son los dos movimientos que nuestro corazón siente como fuerzas interiores del amor que prometen un futuro e impulsan hacia adelante nuestra existencia”.
- Muerte. “Jesús le ha quitado a la muerte la última palabra: quien cree en Él será transfigurado por el amor misericordioso del Padre para vivir una vida eterna y feliz”.
- Mundanidad. “¿Qué es peor, el demonio reconocible que te empuja a pecar de modo tal que te avergüenzas, o el demonio educado que habita en ti y te posee con el espíritu de la mundanidad?”.
- Obispo. Con olor a oveja… y a las villas miseria, a autobús urbano, a sudor y a hospital, a iglesias y romerías, a cárceles y calles…
- Oración. Con confianza absoluta. “No se olviden de rezar por mí…” “No se olviden de rezar por mí…” “No se olviden de rezar por mí…”, repite incesantemente con plena confianza.
- Paciencia. “Tener paciencia no es dejar que nos maltraten continuamente, o tolerar agresiones físicas, o permitir que nos traten como objetos”, es vivir una profunda y continua “compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente a lo que yo desearía”.
- Palabra. La de Dios personificada en el orante que se configura con la Revelación, la que es viva y eficaz en quienes la escuchan con fe.
- Paz. “La Iglesia proclama el evangelio de la paz”. Es el anuncio esencial del Resucitado, pero sin olvidar a las víctimas y los conflictos que no salen en los titulares.
- Perdón. Porque se intenta comprender la debilidad ajena, dejando de lado todo rencor, pasando “por la experiencia liberadora de comprendernos y perdonarnos a nosotros mismo”. “El perdón de Dios es la luz que hay detrás de la vidriera y que hace que todos los colores sean visibles”.
- Periferias. Las del mundo y las existenciales. “Las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria”
- Pobres. Escuchar sus gritos que rasgan el cielo llegando hasta Dios. Respondiendo con amor condicional. Liberando del egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia que no hacen sino que generar mayor pobreza.
- Predicación. Con la fuerza del testimonio, con “palabras que hacer arder los corazones”.
- Promover. Trabajar, construir, imaginar… en todas las dimensiones y necesidades de las personas. Hacer realidad en el mundo el Reino de Dios y su justicia.
- Proteger. Este verbo “se conjuga en toda una serie de acciones en defensa de los derechos humanos y de la dignidad” de las personas.
- Pueblo. Más que los habitantes de un territorio. Sueño de futuro, como lugar en el que habita Dios frente a la indiferenciación que genera la globalización.
- Reforma. De la Curia, de la Iglesia… pero también la que genera la conversión interior de quien vive intensamente la vida cristiana. “Reforma no es “pintar” un poco las cosas: reforma es dar otra forma a las cosas, organizarlas de otra manera. Y se debe hacer con inteligencia, con suavidad, pero también —permitidme la palabra— con un poco de “violencia”, pero buena, la buena violencia, para reformar las cosas”.
- Refugiados. “Cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo, que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia”.
- Sacerdote. No como carrera eclesial ni como jerarquía escogida. De los que se ensucian las manos. De los que en su oración laten los anhelos del rebaño confiado.
- Sanación. La que surge de “dolerse con el sufrimiento del otro al que se ha hecho daño”. “Estímulo para ir siempre más allá”.
- Santidad. “El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados” escribe al inicio de ‘Gaudete et exsultate’. Pensando en los grandes santos de la historias y en aquellos de la clase media, de la puerta de al lado.
- Sencillez. Dejando de lado toda ansia de poder, llámese clericalismo o abuso de cualquier tipo.
- Servicio. Siguiendo la máxima de san Ignacio de que “el amor se debe poner más en las obras que en las palabras”, también en la alta jerarquía.
- Sinodalidad. Donde crece el discernimiento comunitario, donde resuenan las voces de lejos, donde el diálogo matiza y detalla, donde la tradición se hace eco y se recrea.
- Solidaridad. La que crea vínculos, la que se encarna abriendo “camino a otras transformaciones estructurales” haciendo posible la transformación del mundo.
- Sonrisa. Frente a las caras amargadas, “necesitamos cristianos sonrientes, no porque se toman las cosas a la ligera, sino porque son ricos de la alegría de Dios, porque creen en el amor y viven para servir”.
- Sorpresa. Francisco es el “papa de las sorpresas”, porque «no encaja en ningún modelo de política eclesial, ya sea liberal o conservador. Representa un nuevo comienzo en la larga historia de los papas y, justamente en cuanto tal, es para muchas personas una esperanza y un regalo del cielo» dice el cardenal Walter Kasper.
- Teología. Que es más que un esquema conceptual árido o un sentimentalismo superficial, es la que ofrece sentido en un mundo compulsivo.
- Ternura. Porque “Dios es infinita ternura”, esta se hace abrazo, escucha, comprensión, olvido, preocupación…
- Tiempo. Que es “superior al espacio”, porque frente a la limitación aspira a la plenitud. El que contempla los caminos posibles, el que permite ampliar los horizontes…
- Trasparencia. Para purificar los pecados del pasado, para testimoniar más elocuentemente la Buena Noticia.
- Unidad. La que “prevalece sobre el conflicto”. La que desarrolla “una comunión en las diferencias” porque va “más allá de la superficie conflictiva” y mira “a los demás en su dignidad más profunda”.
- Vaticano II. Brújula a pesar de las reformas “lentas fecundad y desordenadas”, frente a las resistencia de ayer y de hoy… continuar “abriendo las puertas al diálogo”.
- Vaticano. El que se abre a los pobres mediante duchas y peluquerías. El conserva el depósito de la fe pero se desvive orientado hacia las iglesias locales.
- Viajes. Lejos de los paquetes turísticos. Lejos de los lugares fáciles o previsibles. Con una agenda en la que siempre hay especio para los más necesitados. Con las periferias como criterio inspirador.
- Vida. “A los ojos de Dios la vida humana es valiosa, sacra e inviolable. Nadie puede despreciar la vida de otros o la propia”.
- Vocación. El encuentro con Jesús, el viaje de la existencia personal, el descubrimiento del propio papel al servicio de la comunidad.
Publicado en el Blog: Me lo pregunto de la Revista Vida Nueva
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