La visita de los Reyes Magos, provenientes de diferentes culturas y regiones, es también un signo de la universalidad del mensaje de Cristo. En una sociedad globalizada y diversa como la nuestra, la Epifanía nos recuerda la importancia de la unidad en la diversidad, invitándonos a reconocer y celebrar en comunión las diferencias culturales y religiosas, promoviendo un espíritu de unidad e inclusión, de romper muros y tender puentes.
Los laicos de la familia salesiana estamos llamados a ser fermento evangélico en el mundo en el que nos toca vivir y transformar desde el carisma salesiano. Porque la Epifanía es también una llamada a la solidaridad y al servicio a los más necesitados, a través de los cuales tantas veces Dios se nos revela. En la sociedad actual, marcada por la desigualdad y el individualismo, la Epifanía nos desafía a comprometernos activamente en la construcción de un mundo más justo y solidario, a poner luz donde abundan las sombras.
Este año celebraremos además el Jubileo de la Esperanza. La estrella que guió a los Reyes Magos es también un signo de esperanza. En tiempos de incertidumbre y crisis, la Epifanía nos recuerda que siempre hay una luz que nos guía. Como laicos comprometidos con los valores cristianos y salesianos, estamos llamados a ser portadores de esperanza. La Epifanía nos invita a vivir nuestra fe de manera activa y comprometida y, a imagen del buen samaritano, identificar, cargar y hacernos cargo de los desafíos del mundo actual que nos encontramos en nuestro camino, siendo testigos del amor de Dios en nuestras familias, trabajos y entornos cotidianos, trabajando por un mundo más fraterno y solidario.
En definitiva, la Epifanía es esperanza en un mundo más justo a través del Niño que se nos revela. Y en este Año Jubilar, también nosotros estamos llamados a encarnar esa esperanza en nuestro día a día.
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