Tras varias semanas usándolo, te das cuenta de que tu estropajo se ha puesto feo. Es hora de cambiarlo. Hasta ahí todo normal, sacas uno nuevecito y reluciente y lo pones en su sitio.
Pero… ¡No tiras el antiguo de inmediato! Probablemente porque tienes ahí una sartén ‘chunguísima’ que lavar y, si lo haces con el nuevo, se va a poner feísimo enseguida.
Después de la sartén viene el horno, luego la olla pegada y, aunque tienes ya un estropajo nuevo y resplandeciente, sigues usando el viejo y gastado un poco más. Una última vez con la vitro, una última pasada a la encimera…
Hay cosas que ya no nos gustan, pero seguimos recurriendo a ellas “por última vez” muchas veces. ¿Y, acaso eso es malo? ¿Lo es?
No sé. Fuiste tú quien decidió que era hora de cambiar de estropajo.
Valido para estropajos, relaciones, trabajos, amistades, bragas con la goma “revenía” y zapatillas de deporte.
Si cuesta con un estropajo, ya no digamos con otras cosas…
Estropajos para desechar
Empieza un nuevo año… Igual no es mal momento para hacer un balance. ¿Podemos tener por ahí algún “estropajo” que desechar ya? ¿Tenemos por ahí alguna cosa aún por estrenar? ¿Igual es tiempo de hacer alguna nueva adquisición? ¿Algo por emprender? Alguna relación, trabajo, voluntariado, afición, zapatillas de deporte…
Pero ¡cuidado! No se nos olvide tampoco mirar si hay que darle a algo una nueva oportunidad. Porque igual, como pasaba con la higuera, hay que cuidarlo; reparar y abonar un poco, y ver si da fruto en adelante.
Ya en lo de la goma “revenía” no nos metemos…
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