Guerras y conflictos, S.A.

22 abril 2024

“La guerra de Ucrania es el último desastre provocado por los neoconservadores”
( Jeffrey Sachs, economista norteamericano)

Hace unas semanas, tanto Emmanuel Macron como Úrsula Van der Leyen hablaban de la necesidad de prepararse para la guerra y aumentar el presupuesto de defensa de la Unión Europea. Algunos medios españoles se han hecho eco de estas declaraciones, y algunos han tenido la atención de alertar a sus lectores sobre el “cómo actuar en caso de explosión nuclear”. Muy didáctico.

Esto contrasta con la cultura de la paz que ha predominado a lo largo de varias décadas después de la segunda guerra mundial. El espíritu del “Nunca más la guerra” había marcado profundamente las relaciones entre los pueblos e incluso entre bloques. ¿Qué ha cambiado en Europa?

La versión oficial es que Putin ha decidido merendarse a Ucrania y todos los países de la OTAN han de ayudar a esta a salvaguardar su independencia, por no hablar de las supuestas ínfulas expansionistas de Rusia. Presentan la guerra como algo inevitable.

Para saber la verdad hemos de remontarnos años atrás. La historia siempre enseña.
En 1991 la Unión Soviética había colapsado. Al frente de ella se encuentra Boris Yeltsin, un dirigente bien conocido por su adicción etílica, que aceptó todo lo que Occidente le propuso, como la destrucción del sistema económico anterior, forzando al país a adoptar un neoliberalismo salvaje que hizo desplomar la esperanza de vida varios puntos, por efecto de las políticas de privatización de la sanidad. El pacto de Varsovia se deshizo. Aquel fue un buen momento para desmantelar la OTAN y fundamentar unas negociaciones sobre limitación de armamentos, pero eso contrariaba los planes del gobierno de Estados Unidos (y del complejo militar estadounidense). Así que la OTAN continuó.

Ucrania se independizó en 1991 y elaboró su constitución en 1996, en la que se reconoce la autonomía de Crimea, y el ruso como segunda lengua. El proceso de independencia no supuso una ruptura con Moscú… por entonces.

Pero la Presión Estados Unidos en la cumbre de Bucarest de 2008, proponiendo la incorporación de Ucrania y Georgia a la OTAN, levantó las alarmas, no solamente en Moscú, sino por parte del entonces embajador norteamericano en Moscú, William Burns, el cual ya advirtió que proponer el ingreso de estos Estados era traspasar líneas rojas frente al Kremlin. En efecto, ambos países forman parte del flanco sur de Rusia y permitirían el emplazamiento de misiles de crucero a menos de mil kilómetros de la capital rusa. Burns decía textualmente que el ingreso de Ucrania en la OTAN: “podría potencialmente dividir el país en dos, lo que llevaría a la violencia o incluso, según algunos, a una guerra civil, lo que obligaría a Rusia a decidir si interviene”. No se puede negar el carácter profético de estas palabras.

En los años que precedieron la invasión y conquista de la península de Ucrania hubo una intensa actividad por parte de la Secretaría de Estado norteamericana, personificada en Victoria Nullan. Ella estuvo en las protestas de la plaza Maidán de 2013 animando a los manifestantes. El resultado fue el derrocamiento del presidente prorruso Yanukovich, en 2014. Aquello se presentó en los medios occidentales como un movimiento espontáneo y ciudadano. Pero el tratamiento informativo que se dio a las revueltas silenció aspectos oscuros de los grupos opositores, y en particular se pasó por alto el apoyo occidental a este derrocamiento. Nullan reveló en 2013 que su gobierno había invertido unos cinco mil millones de dólares en promover ideas antirrusas en la opinión pública y alentar a grupos de la oposición. De aquellas revueltas surge un gobierno proamericano, diseñado con el acuerdo de Nullan, la cual estuvo muy atenta de alejar a la Unión Europea de las negociaciones. ¿Qué podría salir mal? A renglón seguido, estallaron las revueltas prorrusas que sacudieron el Donbás. Meses después Rusia se anexiona Crimea, como era de esperar, y allí sigue.

Jeoffroy Sachs, experto economista conocido por su asesoramiento a la ONU sobre los objetivos del milenio, lo explica en pocas palabras: “La guerra de Ucrania es el último desastre provocado por los neoconservadores”.

Los “Neocon” han seguido presionando. Hasta el punto de que, a finales de marzo de 2022, después del fracaso de la invasión, Ucrania y Rusia estuvieron a punto de firmar un acuerdo de paz, y poner fin a la guerra. Boris Johnson, entonces enviado por la Unión Europea, bloqueó el acuerdo, prometiendo a Ucrania una victoria fácil con el apoyo de la OTAN y Estados Unidos.

Dos años después, los jóvenes rusos y ucranianos siguen muriendo en los campos de batalla; ambos países se siguen arruinando en una guerra inacabable. Europa se encuentra empobrecida por esta guerra, que ha causado un aumento espectacular de los precios de la energía y de los alimentos, y amenaza la paz y la estabilidad. Además, Alemania ha pagado un precio muy alto por la voladura del gaseoducto Nord Stream 2, al tiempo que las importaciones de gas norteamericano se han multiplicado, para regocijo de Victoria Nullan, la cual dijo públicamente: “Celebramos que el Nord Stream sea ahora un montón de chatarra en el fondo del océano”. Las acciones de las principales corporaciones de armamento han subido dos dígitos no solo en Estados Unidos sino en la Unión Europea. Para rizar el rizo, Nullan también es lobbista de las principales compañías de armamento de Estados Unidos. Es que no falta ningún condimento a esta salsa bélico-patriótica.

Y el relato oficial es que ante la amenaza que Rusia representa, tenemos al incansable capitán América velando por la paz y la seguridad mundial. Para ello el relato los medios europeos preparan a la opinión pública, justificando el aumento del PIB en defensa. Uno de los medios más entusiastas en esta preparación del ambiente prebélico es el diario El País. Podemos preguntarnos si tendrá que ver algo el hecho de que el grupo PRISA haya invertido en INDRA, una de las empresas españolas punteras en la industria de armamento, cuyas acciones han subido un 50% estos últimos tiempos.

El momento culminante de este sueño dorado de la industria armamentística global ha sido el estallido bélico en Gaza, que, para gloria de mercaderes de la muerte, tiene el riesgo de extenderse a toda la región.

Es por ahí por donde hay que buscar las causas de todo este fervor bélico. No olvidemos que los grandes grupos financieros están metidos en todo: energía, alimentación, transporte, agricultura, minería, armamento, y también los medios de masas. Con respecto a la pretendida invasión rusa a Occidente, no hace falta ser un experto militar para darse cuenta de que un ejército que ha sido incapaz de invadir un país mucho más pequeño y débil militarmente que la OTAN, tendría muchas dificultades para meterse en una escalada mayor.

Recordemos que los autoproclamados adalides de la democracia han ido sembrando de guerras las últimas décadas, con la excusa de la defensa de los valores occidentales: han creado un reguero de conflictos a lo largo del siglo XX, que han desestabilizado regiones enteras como Oriente Medio. Ahora intentan convencer a una opinión pública alarmada por los peligros supuestos del enemigo ruso.

Para entender todo esto, sigamos el rastro del dinero. Porque el dinero es un dios que pide sangre humana; y para ello se organizan guerras, edulcoradas con himnos patrióticos, y marchas militares para entusiasmo de enfervorizadas multitudes.
Quienes ganan con la guerra nos la harán tragar mezclada con los valores de la civilización occidental, en nombre de la cual se han destrozado países, provocado guerras y matanzas en favor de la paz y la civilización. Recordemos las de las últimas décadas: Yugoslavia; Afganistán; Irak, Siria; Líbano, Libia; Haití; Grandes Lagos; y este horrible genocidio que el ejército de Israel está perpetrando en la franja de Gaza, ante la indiferencia hipócrita de nuestros países occidentales.
¿Cómo no estremecerse ante el genocidio mejor documentado de la historia? ¿Cómo no revolverse ante los argumentos oxidados de quienes invocan motivos de defensa de Israel para exterminar indiscriminadamente a poblaciones enteras? ¿Cómo hemos caído tan bajo?

Nuestra capacidad de actuación es muy limitada, pero como educadores tenemos un papel irrenunciable: el de despertar las conciencias anestesiadas por tanta estupidez y tanta manipulación informativa. Por lo menos, no nos traguemos las mentiras orquestadas por quienes no dudan en armar guerras allá donde se huelen las ganancias.

Y nunca dejemos de luchar por un mundo en el que la vida de las personas no esté sujeta al cálculo de los dividendos de la muerte.

2 Comentarios

  1. Jordi

    Excelente artículo. El poder y la manipulación. Muy bien explicado y documentado. Enhorabuena.

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  2. Ferran

    Enhorabona i gràcies per aquest article tan ben explicat i documentat amb dades i xifres. Tots hauríem de fer un esforç per tal de “despertar les consciències” en contra de les guerres. De totes les guerres. Però també, com molt bé remarques, hem de seguir, el rastre dels diners perquè aquestes consciències estiguin ben assabentades de quin és el motor principal. Aquesta és, des del meu punt de vista, la qüestió principal que mou la majoria de les guerres.
    Kafka deia que en realitat, tots els exèrcits tenen un sol lema: «Endavant en nom de tots aquells que es queden asseguts a les tresoreries i els despatxos que ara deixem enrere!». Així és: ells gaudeixen dels possibles beneficis econòmics que la guerra pot generar, perquè “la guerra és beneficiosa per aquells que no la sofreixen”, crec que ho deia Erasme de Rotterdam.
    Han passat vint anys de la il·legal i injusta guerra d’Irak. No han hagut disculpes autèntiques per part dels tres impresentables que la van justificar. Ni tampoc dels que formaven part dels equips de Govern.
    Ana Palacio, ex-ministra d’Afers Exteriors en l’etapa d’Aznar en una entrevista a Europa Press va ressaltar que “alguns indicadors eren rellevants: les Borses internacionals havien pujat, el preu del petroli havia baixat i que els ciutadans pagaven per la gasolina uns cèntims menys”. Una confessió que podríem qualificar banal si no fos tan frívola i descarada. Justificant allò injustificable. Cap disculpa. Per part de ningú.
    Per què aquests comportaments són possibles? Perquè tota aquesta gent gaudeix d’una impunitat absoluta. Vivim instal·lats en un temps de molta foscor on la corrupció i la mentida també tenen total impunitat. És aquest el nou “esperit del temps”? Esperem que no. Si és així hem de lluitar contra ell amb totes les nostres eines per tal de continuar despertant consciències.
    Gràcies de nou per l’article.

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