Pero, al mismo tiempo, y desde 1968, se celebra también, en el primer día del año, la Jornada Mundial de la Paz (JMP). “Nos dirigimos a todos los hombres de buena voluntad para exhortarlos a celebrar ‘El Día de la Paz’ en todo el mundo, el primer día del año civil”. Así iniciaba su mensaje el papa Pablo VI, hoy santo, con ocasión de la primera Jornada Mundial de la Paz.
Recorrer simplemente los títulos de los mensajes que los diferentes papas han propuesto desde entonces hasta esta 57ª edición de la JMP es un ejercicio al alcance de todos: basta buscar un poco en internet. Fácil pero muy provechoso, porque, un año tras otro, los papas nos ofrecen un panorama amplísimo de lo que, como cristianos, debemos pensar y actuar en relación con la paz.
Afirmaciones válidas
Así, por ejemplo, es fácil rescatar algunas afirmaciones válidas permanentemente:
Que la paz es don de Dios (por eso debemos pedirla) y, al mismo tiempo, conquista humana (por lo que debemos esforzarnos en construirla).
Que la paz es posible y depende de cada uno de nosotros. Nunca hay que perder la esperanza.
Que la paz va de la mano con la justicia y el amor, y no se presenta en estado aislado, sino siempre combinada con esos otros valores que describen lo que es el Reino de Dios.
Que la paz es la puerta para la fraternidad humana; afirmar que “todo hombre es mi hermano” es ya un paso fundamental para la paz.
Que nos debemos educar para la paz, la cual no surge espontáneamente, sino todo lo contrario: ¡ay, el pecado original!
Que la promoción de los derechos humanos es un camino seguro hacia la paz, aunque no el único.
Y que si quieres la paz, no tienes que preparar la guerra, sino defender la vida, practicar la no violencia y vivir el perdón y la reconciliación.
Construir un mañana de paz es la tarea. “También será posible que esa hermosa mañana ni tú, ni yo, ni el otro la lleguemos a ver; pero habrá que forzarla para que pueda ser” (José Antonio Labordeta).
¡Feliz y pacífico año nuevo!
La paz sólo será posible desde el respeto a los derechos humanos y el ejercicio de la justicia. Las guerras siempre tienen como origen el desprecio de los derechos humanos, y el triunfo de la ley del más fuerte. Todo esto sustentado por la propaganda. Esto es aplicable al genocidio que se está llevando a cabo en Palestina. Hay mucha propaganda en la información que nos llega, e incluso hay ciudadanos que creen que es una guerra contra el terror, para salvaguardar la democracia. Todos los totalitarismos han exterminado en nombre de bienes superiores. Es la misma historia de siempre.