Muchas veces hemos oído que el cristianismo es una religión de libro. Comparando con otras religiones, que también tienen “sus libros”, nuestra religión tiene como referencia la Biblia. Podríamos, mirando muy por encima, estar de acuerdo con esta afirmación. Pero ciertamente no es tanto un libro o colección de libros lo que construye nuestra vida cristiana, sino más bien la experiencia de un Dios cercano que tiene un mensaje que comunicar a cada hombre y mujer. Mensaje y cercanía que en Jesús se expresan de manera humana, en carne y hueso.
La Biblia, por tanto, es más una experiencia que un libro o conjunto de libros. Es una recopilación de experiencias de fe, de vidas de creyentes, de formas de tratar con Dios y de contemplarlo. Es, en definitiva, nuestra casa y nuestro tesoro. La fuente de la que beber y el pozo al que mirar para ver reflejado el rostro de Dios y su Palabra en cada versículo.
Amor por la Biblia
Hubo un pintor enamorado y fascinado por la Biblia. Era Marc Chagall. Vivió en el siglo XX. Entre sus numerosas obras, hay unas que tuvieron un significado especial para él. Se trata de aquellos dibujos que hizo para completar con ilustraciones la Biblia.
La imagen que acompaña el artículo de este mes refleja, como ninguna, el cariño que Chagall tenía por la Palabra de Dios. Esta ilustración acompañaba al libro de las lamentaciones, atribuidas al profeta Jeremías.
En dicha ilustración aparece Jeremías abrazando lo que parece un niño pequeño y, sin embargo, es un rollo de pergamino en el que está escrito la Palabra de Dios. ¡Jeremías abraza con ternura la Palabra de Dios!
Al fondo de la imagen se puede ver a Jerusalén destruida, la gente aterrorizada y la imagen de un buey azul, que es el símbolo del sacrificio. ¡Todo es sufrimiento y destrucción alrededor de Jeremías!
Sin embargo, él aparece acurrucado con la Palabra de Dios, abrazándola con cariño, como queriendo protegerla y cuidarla, para que tanta desgracia no la haga desaparecer.
El rostro de Jeremías parece recibir cierta luz de ese mismo rollo de pergamino, quizás queriendo decir que en la Palabra de Dios podemos encontrar esperanza y aliento en los momentos difíciles de nuestra vida.
Así podría ser nuestra vida cristiana vivida en profundidad: una vida iluminada por la Palabra de Dios, desde la que construir nuestras decisiones, nuestros momentos de oración y celebración, nuestro modo de relacionarnos con Dios y con quienes nos rodean. Una vida que acude a ella en los momentos difíciles y que, cuando llegan las amenazas, la protege.
Fuente: Boletín Salesiano (descarga PDF aquí)
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