A pesar de mis casi doscientos años de vida, me llaman “la casita” de Don Bosco. En diminutivo. Por mi natural condición debería haberme derrumbado hace mucho tiempo. Todos creen que me mantengo en pie gracias a las rehabilitaciones practicadas sobre mis muros. Pero lo cierto es que cada mañana me pido a mí misma el esfuerzo de mantenerme erguida en señal de fidelidad a quienes habitaron en mí. Ese es mi secreto.
Últimamente añoro un poco de silencio. Hasta mí llegan diariamente cientos y cientos de visitantes de todas las partes del mundo. Todos se me acercan con la obsesión de fotografiar mis ladrillos.
Voy a ser sincera. Estoy cansada de que sólo se fijen en mis ladrillos; la parte más pobre y miserable de mi existencia. Estoy harta de escuchar palabras de compasión sobre aquellas personas a las que tuve el honor de albergar.
Cuánto me gustaría gritar a los visitantes la fortaleza de Mamá Margarita… y recordarles el coraje de aquella buena mujer por sacar adelante a sus hijos. Ella sola fue capaz de hacer, de mis pobres muros, una casa común y compartida: una familia.
Cuánto me gustaría hablarles de las lecciones que Mamá Margarita ofreció a sus hijos para que aprendieran a endurecerse en la vida sin perder la ternura… Todavía conservo el recuerdo de su solidaridad, capaz de compartir la escasa harina de maíz con los más necesitados. Y su fe recia transformada en acogida sincera.
En mi vacío pajar aún resuena el eco de las narraciones que Juanito Bosco contaba a sus amigos; diminutos reflejos de cultura para los niños campesinos.
Todos los visitantes me fotografían y marchan aprisa repitiendo con voz quejumbrosa: “qué pobre fue la infancia de Don Bosco…” ¡Ya quisieran ellos tener en sus casas un poco del calor de familia y hogar que yo tuve… y que aún aflora en mí cuando tengo un poco de sosiego para recordar!
Nota: En las primeras páginas de “Memorias del Oratorio” Don Bosco narra, en primera persona, su nacimiento en el caserío de I Becchi, las dificultades de su infancia y presenta la decisiva figura de su madre: Mamá Margarita.
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