La estrategia del jardinero  

3 noviembre 2023

El veterano político Javier Solana no da puntada sin hilo. Recuerdo haberlo visto en persona una sola vez, en el vestíbulo del aeropuerto de Valencia, debió ser a mediados de los 90, con su barba de cinco días y su porte discreto; y ahora, ya retirado de la primera línea política, a sus 81 años sigue aportando sensatez, serenidad y luz en un tiempo de barullo, crispación y cuchillos largos.

Pues bien, acabo de escuchar a don Javier entrevistado en la tertulia matutina de La 1 con motivo del premio a su libro “Testigos de un tiempo incierto”. Preguntado por su manera de actuar durante sus brillantes desempeños como secretario general de la OTAN o jefe de la diplomacia europea, Solana afirmaba que nunca debía romperse el hilo del diálogo con la otra parte de una negociación, aunque fuera una parte enemiga y aseguraba que a él le había funcionado muy bien “la estrategia del jardinero”.

¿Y en qué consiste esta “estrategia del jardinero”? Lo explicaba con su claridad de buen profesor universitario: así como el jardinero cuida día a día su jardín y da a cada planta el trato más esmerado para que luzca mejor el conjunto, en la acción comunicativa se trata de tener siempre abierta una vía de diálogo amable y personal con el interlocutor, más allá de las discrepancias ideológicas o políticas que pudiera haber. Y el viejo profesor aseguraba que esto le dio resultados palpables en negociaciones tan difíciles como las de Oriente Medio, en la última década del siglo pasado o, en fecha más reciente, con algún diplomático ruso.

Esta manera de actuar es evidente que necesita tiempo y paciencia: “Algunas cosas solo necesitan tiempo: nueve mamás no hacen un bebé en un mes”; esta simpática cita de Warren Buffet ilustra bien lo que implica cuidar con esmero el estilo de comunicación para conseguir un diálogo fructífero y constructivo, rara avis en estos días y más en la escena pública.

El buen jardinero, casi como el pastor, conoce cada parcela de su jardín, el tipo de plantas que un día sembró con semillas escogidas, sabe si hay que regar y a qué horas conviene hacerlo, escarda y abona: se trata de una relación que tiene una dimensión casi personal con sus plantas y sus flores. Si lo aplicamos al diálogo en todas sus modalidades, es pertinente recordar una frase de un antiguo director de la prestigiosa revista National Geographic: “La comunicación cara a cara es la mejor opción a todos los niveles”. No siempre será posible, pero cada vez que uno pueda mirar a los ojos a su interlocutor, hay que apostar por ella porque es mucha verdad que la comprensión mutua gana enteros: en un diálogo con presencia física se ponen en juego muchos más elementos comunicativos que ayudan a sintonizar la longitud de onda en la que se expresa nuestro interlocutor.

Si a lo anterior se suma la amabilidad y la empatía, es lógico pensar que la estrategia del jardinero, que propone Solana nos pueda dar buenos réditos en algo tan básico como invertir en comunicación.

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