La linda historia del envejecimineto activo

28 mayo 2025

Resulta que en este país el veinte por ciento de la población tiene más de 65 años. Y, según datos del Instituto Nacional de Estadística, “en 2050 el número de mayores doblará al de niños”. ¿Qué haremos entonces? ¿Estamos preparados para llegar a esas fechas con salud y calidad de vida?

Parece ser que en el mes de abril, promocionado por empresas solventes y con la colaboración de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), se ha llevado a cabo un evento para analizar los avances científicos y sociales en el envejecimiento activo.

En un momento en que la esperanza de vida no para de crecer, el evento se presenta como una cita imprescindible para entender cómo afrontar los desafíos médicos, sociales y económicos de esta revolución demográfica y conocer las últimas innovaciones. Desde la ciencia más avanzada hasta las clases prácticas del día a día, se intentará una visión completa sobre la longevidad, diseñada por especialistas en bienestar, economía y gestión emocional.

Se nos ocurre pensar que estos aspectos están a la base de una realidad que camina hacia su eclosión esperada, anunciada y no, por eso, menos sorprendente y temida.

Sanidad presenta la situación que conocemos y que nos inquieta a todos por las esperas insufribles para ser atendidos en un hospital en caso de intervenciones quirúrgicas o simplemente en casos de atenciones especializadas.

La economía grita su agobio y miedo ante lo que se avecina dado el ingente crecimiento de los mayores y lo que esto supone para las pensiones ya de por sí escasas y reducidas. ¿Qué será cuando el aumento de la longevidad alcance las cotas que se rumorean?

Y, por si esto fuera poco, hay que añadir la gestión emocional. Ese sentirse más necesitado de cuidados y de no encontrar personas preparadas para dar respuesta a esta necesidad. Ese crecimiento de la soledad de los mayores, una soledad que por mucho que se revista no deja de angustiar el corazón en un doble desconcierto: mayor cantidad de longevos y menos personas que puedan disponer del tiempo y economía necesarios para atenderlos.

A los que vamos cumpliendo las edades que señala el citado evento, se nos ponen los pelos de punta. Ya no es qué va a pasar sino quién cuidará de nosotros, quien tendrá tiempo para acompañar nuestra silla de ruedas o nuestra fatiga cotidiana.

Es bueno que se denuncie el tema: “En 2050 los ancianos doblarán el número de niños”, con todo lo que esto hace surgir en nuestras mentes y sobre todo, puestos a pensar, buscar soluciones a este hecho sorprendente.

Hay “apuntes de solución” que nos pasan a todos por la mente.

El tema de la natalidad y la organización de las futuras familias. Téngase en cuenta que los que ahora se acercan a la cincuentena, para el 2050 rondarán los ochenta, una edad con un peso específico que solo pensarlo agobia y llena el horizonte de interrogantes.

Es necesario y urgente organizar la vivencia y convivencia de los mayores. Que no estén relegados a encerrarse en casa esperando que llegue el momento de la despedida por muy entrañable y cariñosa que sea.

Se precisa la previsión oportuna para que los estados y las sanidades públicas y privadas vayan ideando posibles formas de atender a los longevos.

Tengo la impresión de que se está cociendo un futuro donde la ancianidad no sea un delito, pero sí una carga exigente y pesada para la sociedad de nuestro tiempo.

No estaría de más pensar y aportar posibles soluciones sin tener que esperar al 2050 ni celebrar eventos que se centren en el tema como algo que todavía está un poco lejano. La realidad es que este proceso que se prevé ya está sucediendo y las respuestas no convencen de manera que anuncien un envejecimiento saludable y digno. Los recursos humanos, científicos, sanitarios, médicos especializados deberán dar respuesta a este interrogante que se cierne en nuestro futuro. Lo que para algunos será un hecho en el 2050, para otros ya ha empezado a suceder en el 2025. No esperemos un cuarto de siglo para empezar a idear soluciones.

1 Comentario

  1. JOSE ENEBRAL

    Leo: “La economía grita su agobio y miedo ante lo que se avecina dado el ingente crecimiento de los mayores”… Yo no percibo estos supuestos gritos, agobios y miedos de la economía, aunque sí soy testigo en los últimos tiempos de cierto alarmismo económico entre la oposición política; seguiré atento. Parece que la idea, ante la celebrada longevidad, es ir retrasando la jubilación.

    En cuanto a los mayores, lo que me inquieta (soy madrileño) es que venga otra pandemia y pase lo mismo en las residencias. Acaso, pensando en la muerte, debía inquietarme la salvación de sus almas para la vida eterna, como entiendo que importa seguramente a la Iglesia (aunque no se nos hable aquí de ello sino más bien de política); pero coincido: me inquieta en verdad que la calidad de vida terrenal sea satisfactoria para todos hasta el final.

    También leo: “Es necesario y urgente organizar la vivencia y convivencia de los mayores”… Pienso que hay muchas cosas urgentes en España y en el mundo. Y asimismo leo: “Tengo la impresión de que se está cociendo un futuro donde la ancianidad no sea un delito, pero sí una carga exigente y pesada para la sociedad de nuestro tiempo”… Bueno, no comparto la impresión pero mi punto de vista es estrictamente mío, sin pretensiones (comento aquí porque soy exalumno y me gusta expresarme).

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