Os voy a confesar una cosa. Cuando me pidieron que os hablara un poco de lo que es el verano salesiano, no sabía bien qué contaros. Pero estoy seguro de que hay en algo donde coincidimos las familias y yo… ¿Qué meto en la maleta? ¿Seguro que he metido todo? Así que yo, como persona que lleva más de 20 campamentos a sus espaldas, os voy a dar una serie de consejos para llevar el equipaje perfecto.
Equipaje perfecto
¿Qué ropa llevo? Respuesta fácil. No sé la temperatura que hará donde vayan vuestros peques, no sé si es un horno o si por las noches refresca. Pero os digo una cosa… Nos vamos a pasar el día jugando, corriendo, tirándonos al suelo, arrastrándonos por hierba y haciendo un montón de pruebas divertidas. Necesitamos ropa cómoda que nos deje hacer el loco como nos gusta. Y como consejo de persona experimentada… toda prenda que se lleva es susceptible de no volver, de que se rompa o de que se manche de algo que nunca sabremos qué es, así que no metáis nada que haya sido muy caro o que os daría muchísima pena perder.
¿Llevo el móvil? Yo diría que no. Hay campamentos donde están prohibidos, pero hay otros donde habrá un ratito donde poder conectarse. Sé que esto puede ser muy complicado, pero recomendaría que toda pantalla se quede en casa… Que nada rompa el ambiente que se crea allí. Si pasase cualquier cosa, no tardaríamos nada en llamaros para contarlo. Fíjate que soy una persona eternamente conectada, pero poder poner en pausa el mundo de fuera durante una semana me llena de paz.
¿Algún consejo extra? Yo siempre, siempre, llevaría una libretita y un boli. En muchos de nuestros campamentos conoceremos a personas de otros lugares con los que crearemos amistades eternas y por los que lloraremos mares el día que nos tengamos que ir. Bajar la última mañana a apuntar el Messenger de mis nuevos amiguis y así no perder el contacto es uno de los recuerdos más bonitos que tengo, y creo que ese sentimiento lo compartimos todas las personas que hemos ido de campas, ya sea para apuntar direcciones postales, números de teléfono o instagrams.
Pero, sobre todo, dejad espacio en la maleta para todas las anécdotas que traeremos de vuelta. Para las treinta pulseras que nos harán. Para todo lo que hemos aprendido. Es curioso cómo de un campamento siempre nos llevamos mucho más que lo que traemos. Y creo que esa es la magia del verano salesiano.
0 comentarios