Entre diciembre y enero, recién empezado el nuevo año, hemos repartido en nuestro país unos 212.000 calendarios de María Auxiliadora de pared; 26.000 calendarios de sobremesa; 2.500 de todo el año a la vista y 362.000 calendarios de cartera.
Ha comenzado el nuevo año y en miles de hogares se ha producido ese cambio de calendario, aunque cada vez los utilizamos menos, que marca el devenir de la historia. Y miles de familias, de personas, buscan un calendario con la imagen de María Auxiliadora. Una tradición que la Familia Salesiana sigue manteniendo, distribuyendo entre las familias de nuestros destinatarios, amigos, personas cercanas a las obras salesianas, devotos de la Virgen, estos almanaques que son, también, una forma de presencia salesiana, silenciosos en una pared o sobre la mesa de un despacho, en miles de lugares.
Una más de la familia
Son muchas las personas que, especialmente a salesianos y salesianas, nos piden el calendario de María Auxiliadora, y nos llena de satisfacción visitar a familias o pasar por oficinas y despachos fuera de los ambientes salesianos y ver estos calendarios. Y en muchas casas, allí en la cocina, al lado de la nevera o del microondas, está la Virgen. Y no es raro ver, en la parte de las faldillas con los días del mes, las anotaciones de cumpleaños, citas con el médico, aniversarios o recordatorios familiares. Los diseñadores del calendario saben que tienen que verse bien los números, pero también que hay que dejar espacio para esas anotaciones de la vida familiar.
Así, la vida de miles de familias va pasando bajo la mirada maternal de María. La Virgen, allí donde las familias hacen buena parte de sus vidas, está presente, es una más y seguro que más de una mirada se cruza con los ojos de la Auxiliadora y se convierte en oración. En el silencio de la vida cotidiana, me imagino que la Virgen habrá escuchado más de una vez ese ayúdanos en esta enfermedad, o un échame una mano para este trabajo; protege a mi hijo; mi familia está pasando un mal momento… ¡qué sé yo! Tantas y tantas confidencias con la Madre que está allí, ofreciendo a su Hijo, siempre con mirada amorosa.
Un calendario en la pared de una cocina, de una clase o de un despacho no es un elemento indiferente. Más allá del adorno, de la utilidad, no deja de ser un objeto familiar que refleja algo de lo que creemos. Y, habituados a la presencia de la Auxiliadora cerca de nosotros, parece que nos falta algo si no tenemos su imagen a tiro de una mirada.
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