Desde la psicología se nos dan pistas para que esas energías, esa fortaleza emocional, dure lo más posible, no se acabe. Tenemos poderosos enemigos en nosotros y en el entorno social y educativo en el que vivimos: envidias, celos, ansiedad, miedos…, incertidumbres sociales y laborales… Saber adaptarse y crecer a pesar de las zancadillas es fundamental y ahí tiene una gran importancia la resiliencia que es algo que podemos y debemos cultivar entrenar. No se trata de evitar los problemas y las dificultades, a veces imposible, sino de enfrentarlas con herramientas que nos ayuden a salir fortalecidos. Veamos algunas.
Aceptar las propias emociones. Permitirnos sentir la tristeza, el miedo o la frustración en nuestra vida personal o en nuestra tarea es el primer paso. Tratarnos con amabilidad, no flagelarnos ayuda a avanzar. Sentir las emociones es normal, es nuestro modo de protección y defensa ante las crisis, el problema viene si nos quedamos atascados en ellas.
Encontrar lo positivo en las dificultades. Con motivo de la pandemia, y su correspondiente encierro, muchas personas redescubrieron pequeñas alegrías que la velocidad de la vida norma les había hecho olvidar. Descubrir y centrarse en lo positivo por pequeño que sea ayuda a fortalecer nuestra resiliencia.
Invertir tiempo de calidad en nuestras relaciones. Dedicar tiempo a fortalecer las relaciones que nos merezcan la pena. Tener buenas relaciones afectivas no solo nos puede aliviar el peso de nuestras crisis, sino también darnos fuerza para seguir adelante.
Aceptar lo que no podemos cambiar. Esta palabra aceptar, fácil de decir, resulta complicada en los momentos delicados y problemáticos de nuestra vida. Nos gusta tener todo controlado en la vida pero muchas veces las cosas se escapan a nuestro control. Aceptar lo que no podemos cambiar nos permite redirigir nuestra energía hacia lo que sí está en nuestras manos poder cambiar como nuestro bienestar y nuestras acciones de cada día y dejar ir lo que no podemos controlar.
Cuidarnos. Si queremos cuidar y estar para los demás debemos ocuparnos y cuidarnos a nosotros primero. Tener momentos y espacios para nosotros, por breves que sean, actividades en las que disfrutar es una buena medida de salud mental reducir el estrés y mejorar nuestro bienestar emocional. No es egoísmo.
Cuando estamos en medio de la tormenta y del vendaval, es fácil sentir que no podremos salir adelante, sin embargo la resiliencia enseña que aunque no podamos controlar todo lo que nos sucede, sí podemos decidir cómo responder.
Casi todo en la vida, con tiempo, apoyo y determinación, es superable. Las tormentas siempre pasan y dentro de cada uno de nosotros tenemos la capacidad de aprender y crece
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