Los momentos mejores de nuestra vida

Aprendiendo a Vivir

7 julio 2022

Irune López Aresti, SS.CC.

l

La planificación de unas vacaciones escolares a nuestros hijos puede suponer sobrecargarles de actividades. Ellos tienen que disfrutar de un merecido descanso, también aburriéndose. Su salud mental está en juego.

Tarde de julio y aquí estoy. Sentada en un banco del parque a la sombra, sintiendo una brisa suave en la cara. Cierro los ojos… ¿Puede haber un momento mejor en la vida? Sí. El de toda la chiquillería que me rodea, corriendo, saltando y gritando a mi alrededor sin importarles si hay sol, sombra o tormenta.

¿Os acordáis de esos veranos de nuestra infancia? Julio, agosto… Los días eran eternos y los pasábamos por ahí, sin ton ni son. Hacíamos lo que queríamos. A nuestro aire. En la playa, el monte o la calle o la casa de nuestros amigos. Sin más preocupación que disfrutar, jugar, explorar… Vivir, al fin y al cabo. Esos días de verano. Ese tiempo infinito… y libre.

Pero, ¿esta es la realidad de los niños y niñas de hoy en día? ¿Cómo son sus veranos? ¿Dos meses libres? ¿Desocupados? ¿Sueltos de acá para allá autogestionando su tiempo y sus ocurrencias? Me temo que no. Porque los mayores estamos muy ocupados y no podemos ofrecérselo. Unas colonias urbanas por aquí, un campus deportivo por allá, un campamento; y a ser posible en inglés… Para llenar su tiempo, para mantenerlos entretenidos mientras trabajamos… Y así no se aburren, decimos, y además aprenden.

Niñez y verano

Y es verdad. Aunque no nos despistemos. En la infancia se necesita correr y desfogarse; vivir momentos sin organizar por los mayores y relacionarse con otros niños mayores y pequeños y aprender a desenvolverse por su cuenta; aburrirse y así hacer que la imaginación y la creatividad se despierten. Vivir mil pequeñas aventuras. Arriesgarse, gritar, enfadarse y desenfadarse sin la mirada perpetua de los adultos en el cogote.

Igual tenemos la suerte de poder ofrecérselo en estos meses de vacaciones, pero pronto, a la vuelta de la esquina, volverá septiembre y organizaremos su agenda.

Todos los seres humanos necesitamos tiempo libre, pero ellos más. Libre es libre. Sin ocupaciones ni obligaciones. Sin tiempo libre (“no organizado”), nuestra salud mental se resiente: estrés, apatía, nerviosismo, agotamiento… Y ellos más.

Aún estamos en verano y tenemos tiempo de pensar: Durante el curso, ¿cuántos tiempos “libres-libres” tendrán nuestros hijos e hijas? ¿Cuántas actividades extraescolares y culturales les organizaremos? Cuando jueguen, ¿dónde jugarán? ¿En el parque con todos los padres y abuelos del universo controlando? ¿Y los que son más mayorcitos que ya no pueden estar en el parque? ¿Dónde podrán correr, trepar, explorar, probar?

Sé que la cosa a veces no es sencilla. Igual nos parece inevitable; sin embargo, no podemos autoengañarnos y acabar pensando que lo mejor para nuestros chicos y chicas es que tengan ocupado cada minuto de su tiempo. ¡Arañadles momentos de libertad, de movimiento, de alegría y de aburrimiento! De ser niños. Su salud mental y su socialización están en juego. Regalémosles tiempos muertos para que los llenen de vida.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

También te puede interesar…

Foto con Historia: Mario Marega

Foto con Historia: Mario Marega

El impreso de la imagen muestra un retrato en blanco y negro de un hombre de mediana edad, con cabello corto y peinado hacia atrás, con vestimenta clerical y alzacuellos.

Un pequeño “control”

Un pequeño “control”

La vida es un don frágil, pero cuando se le hace sitio, crece desde sí misma, con esa fuerza que Dios ha puesto en ella. José y María decidieron colaborar con Dios.

Una iglesia arremangada

Una iglesia arremangada

la RAE arremangar significa “Levantar, recoger hacia arriba las mangas o la ropa”. También tiene otra definición que...